Demian había quedado con la hembra más radiante, exuberante y codiciada de la manada, Sasha; aquella loba que había sido escogida por el alfa de la manada, Lucyan, pero esa noche, ella había escapado de las formalidades hogareñas para ver a su joven amante.
— ¿No te ha visto?
— tranquilo, ni se ha fijado que no estoy.
Demian entonces tomó de la muñeca a la pelirroja y la atrajo hacia sí, dejando de lado la culpabilidad la acorralo entre su cuerpo y las paredes de madera de la cabaña, podrían ser descubiertos en cualquier momento, pero eso no les importaba. El ambiente antes calmo se transformó en testigo de unos cuerpos sudorosos frotándose entre sí, las manos de Demian recorriendo cada uno de los rincones de la deliciosa alfa, los de ella, aferrándose a su espalda, rasguñando y perforando la piel, los dientes de él sobre sus pezones mordiéndolos con cierta saña para luego lamer las gotitas de sangre deslizarse por las curvas de los mismos. Ambos se encontraban disfrutando de aquella pasión perversa y oscura sin inmutarse de su alrededor.
Sasha besaba con ímpetu a Demian cuando fue jalada de su posición y por ende, alejada de aquel placer salvaje que amenazaba con hacerla enloquecer en cualquier momento. Demian se sorprendió cuando sintió los colmillos de Lucyan clavarse en su antebrazo, cerró su cremallera y adopto su forma real, aprovechando la vacilación de Lucyan, Demian arremetió mordiéndole un costado para luego correr lejos de ahí; Lucyan lanzó un sonoro aullido al cielo, el cual Demian identificó de inmediato: había sido expulsado.
