Un Beso
El descanso era el momento ideal para una estudiante
de secundaria de relajarse, despejarse de todo lo que aturdía su mente y
olvidar aquellos pensamientos negativos de su existencia. La caja de almuerzo
antes repleta de guisos diversos, ahora se encontraba vacía; Ella miraba hacía
la nada con una sonrisa dibujada en sus labios miel.
— Que calma y tranquilidad — comentó para sí misma
acomodando su ondulada y larga cabellera tras su oreja, gustaba de dejar que el
viento acomodara sus rizos a placer, aunque su fleco a veces le estorbaba para
llevarse a la boca algunos alimentos.
— ¡Michelle! — Exclamó una voz femenina detrás de
ella, a unos cuantos metros, Michelle posó sus ojos esmeraldas en la imagen
detrás del árbol, una amplia sonrisa la recibió.
— Clara, ¿Qué sucede? — Respondió Michelle levantándose
de la banca y dirigiéndose a la chica que la seguía con la mirada como si no
quisiese perder ningún instante.
Clara era la mejor amiga de Michelle, pero no
solamente eso, con el paso de los años se dio cuenta que su cariño había
traspasado todo infantil e ingenuo sentimiento; ahora que la veía sonriente, no
podía evitar sentirse dichosa, su corazón golpeteaba en su pecho, sus ojos se
iluminaron. Aquella sedosa y lacia cabellera deslizándose en sus dedos a la
hora de dormir en las pillamadas, esa estrecha cintura, no tan amplias caderas
y firmes y pequeños senos, hacían que Michelle enloqueciera de amor a cada
segundo.
A unos cuantos pasos de Clara, Michelle la tomó de la
cintura y la atrajo hacía si, acariciando su espalda por encima de la ropa le
susurró aquellas palabras que había estado reteniendo y que sentía la necesidad
de decir.
— Clara, te amo — Su voz salió en un pequeño suspiro,
separó su cuerpo de Clara y la miró fijo a los ojos, no le importaba nada en
ese instante más que sostenerla, Clara la miró con los ojos abiertos, su
sonrisa se desvaneció. Michelle entonces sintió miedo, ahora todo se había
vuelto oscuro, sus acciones tendrían repercusión y eso no lo había considerado,
el impulso había sido más grande.
— No pongas esa cara — Clara sonrió nuevamente y junto
sus labios con los de Michelle, las lágrimas cubrieron el rostro de la morena, Clara la rodeo del cuello y separó
sus labios.
— También te amo — una sincera y alegre sonrisa
iluminó su rostro, Michelle supo en ese instante que no habría nadie más para
ella a partir de ese momento, que aquella mujer era y sería la única el resto
de su vida. Dichosa le devolvió el abrazo, el timbre indicando el fin del
descanso las obligó a regresar a la realidad, incapaces de separarse tomaron
sus manos y con los dedos entrelazados regresaron a la realidad.