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PRÍMULA [1]
DE OTOÑO
— ¡Isaac baja ya
de una buena vez!
— ¡Ya
voy!...solo unos minutos y…. ¡Listo!
Cerré la laptop
y la guarde en su sitio; había estado trabajando en la tarea del día siguiente,
no me gustaba dejar todo al final, ser vanagloriado y salir en el cuadro de
honor era algo que me hacía olvidar momentáneamente el lugar que compartía con
esa mujer que se hacía decir mi madre y esa niña, mi hermanastra.
Apenas bajé las
escaleras recibí como todos los días el regaño de mi madre, “¿Que hacías allá
arriba? ¡Debes obedecer a la primera! ¡Tenias que ser hijo de ese hombre!”;
esas palabras las repetía una y otra vez desde que había cumplido los doce.
Pareciera que el parecido que tenía con mi padre era tan grande e insoportable
para ella que la estimulaba a seguirme fastidiando los días.
— Entiende esto
Isaac, si no fuera porque ese bueno para nada paga tus estudios y manutención,
no estarías viviendo bajo este techo, se agradecido de que te cuido. Aunque me
repugne la idea soy tu madre y tienes que obedecerme quieras o no.
La miré de abajo
hacia arriba estudiándola, no comprendía como aquella horrible mujer me había
dado a luz, los recuerdos de infancia quisieron entrar a mi mente pero la
mirada severa y los brazos cruzados de mi progenitora me hicieron desviarlos,
aquellos recuerdos jamás regresarían.
— ¿has
escuchado? ¡Responde niño irrespetuoso!
— Si madre, he
escuchado. No volveré a hacerlo, discúlpame.
Quería huir,
desaparecer, salir corriendo de la cocina hacia la calle y no volver jamás,
pero no podía hacerlo, al menos no ese día ya que mi padre iría a buscarme.
— Maaa, maaa,
¡quiero un dulce!
— Nataly mi cielo, claro que sí hermosa. Toma
cariño.
Y ahí estaba
como todos los días mi hermanita menor, hija de otro hombre, mi madre luego de
haber sido abandonada por mi padre biológico, había estado con un hombre dando
como fruto a aquella niña de sonrisa angelical simulada, la conocía a la
perfección, usaba la adoración de mi madre para obtener lo que quería, incluso
aunque eso fuese mío.
Comí en
silencio, Nataly después de haber devorado el dulce, se había sentado cerca de
mí y no había parado de hablar sobre su día en la escuela. Harto de tanto
dialogo sin sentido me retiré a mi cuarto a esperar al único que realmente
quería, Dominic, Mi padre.
— ¡Isaac tu
padre ha llegado, baja de inmediato!
No tuvo que
volvérmelo a repetir, en un segundo tomé mi maleta y baje como rayo a
encontrarme con mi padre, él si me quería, se notaba en sus ojos cuando me
miraba y en sus brazos cuando me rodeaba. Amaba sobre todas las cosas a mi
padre, era todo para mí.
— ¡Dominic!
Vámonos ya, adiós madre, adiós Nataly
— Hey Isaac… ¿Cuántas
veces te he dicho que me llames papá?
— Pero tu nombre
suena mejor…además eres aún muy joven para que te llame papá…
Oh…tienes razón, vamos entonces Isaac.
Eso era algo que
siempre discutíamos mi padre y yo. A mi realmente nunca me gustó decirle padre,
sabía que lo era pero no había convivido mucho con él como para que salieran
naturales esas palabras, por lo que había optado por llamarle por su nombre de
pila.
Ese día fui con
mi padre al parque de atracciones, luego al cine y al final me llevo a un restaurante que se me hizo
bastante infantil, pero no importaba. Adoraba pasar el tiempo con aquel hombre,
su sonrisa me hacía sentir en confianza, cómodo y sobretodo amado.
Debido a que era
ya muy tarde, me quedé en su departamento, nunca en los fines de semana que
había estado con él me había quedado, pero ese día por razones misteriosas, a
mi parecer, mi madre había aceptado dejarme a pasar la noche. Cada vez pensaba
más a menudo que ella quería deshacerse de mí y dejarme con mi padre, eso hubiese
sido maravilloso pero como menor de edad, no podía hacerlo, al fin de cuentas,
la patria protestad era de ella y no de Dominic.
— Que inusual
que tu madre te haya dejado quedarte…
— ¿Inusual? Creo
que esta deshaciéndose de mi, después de todo ya tiene a la hijita que tanto
quería.
— Hijo no digas
esas cosas, ella te quiere… a su manera, pero te quiere…
— ¿quererme?,
debes estar bromeando, le importo un comino, siempre me echa en cara que me
parezco a ti, no le interesa mi vida, nunca ha ido a ninguna junta escolar. ¿Sabes?
Soy el único en mi aula que ha estado dos años consecutivos en el cuadro de
honor.
— ¡Felicidades
hijo!, oh…tenías que ser un genio como tu padre.
Las pláticas que
sostenía serias con mi padre siempre terminaban en risa, por lo que la presión
que sentía de la semana desaparecía en su presencia. Después de unas botanas
nos fuimos a dormir; a pesar de que quería dormir a su lado, él me dejó en la
habitación de invitados excusando que su cama era muy pequeña para ambos.
Resignado tuve que conformarme.
Era de madrugada
cuando el sonido de una puerta me despertó, cheque mi celular, efectivamente,
eran las tres de la mañana. Me levanté enseguida, ese sonido me había dejado
intranquilo por lo que decidí salir y revisar la casa, si encontraba un ladrón
saldría corriendo en búsqueda de mi padre. Lo primero que revise fue la sala,
no encontré nada salvo una chaqueta que no había visto en la noche colgada en
el perchero, decidí regresar en mis pasos y checar la cocina, igualmente nada;
entonces otro ruido, de madera rechinando me hizo subir ir directamente a la
habitación de mi padre, el sonido provenía de ahí, sin pensarlo dos veces y con
el corazón en la boca abrí la puerta encontrándome algo que jamás habría
pensado.
Dominic estaba
ahí delante mis ojos con una mujer encima, pude ver como su miembro entraba y
salía del sexo de aquella desconocida, el cuerpo de la mujer se hacia atrás, los
senos se movían como si fuesen gelatinas, algo que me hizo llevar la mano a la
boca y causarme nauseas, pude oír los gemidos guturales de mi padre aunados con
los de la mujer. Mi cuerpo se congelo en la puerta, ellos no me habían visto,
agradecí a la oscuridad reinante que ellos no hubiesen notado mi presencia.
— Oh…si…Dominic….
La voz chillona
de la chica retumbó en mis oídos, los tape enseguida y di unos pasos hacia
atrás chocando con la puerta, el sonido ocasiono que ambos miraran hacia mi
dirección y detuvieran sus movimientos.
— ¡Isaac sal de aquí!
Sentí un dolor
punzante en mi pecho, lleve mi mano en puño hacia este y obedecí a mi padre;
corrí hacia la habitación de invitados y me encerré. Apenas entré las lágrimas
inundaron mis ojos a pesar de que mi entrepierna se sentía caliente, algo
extraño me estaba sucediendo, me tire a la cama y cubrí con las sábanas.
Después de eso no pude volver a dormir, desperté muy temprano. Traté de irme
sin ser visto pero fui interceptado por mi padre, el cual me miraba con el
rostro preocupado o al menos así me lo pareció.
— Hijo…no, Isaac
tenemos que hablar. De hombre a hombre.
Negué con la
cabeza, lo menos quería era seguir mirándolo, algo dentro de mi hervía, mi
cabeza dolía de la desvelada y las lágrimas. El ignoró mi petición, me tomo del
brazo y me obligó a seguirlo hasta su cuarto. Cerré los ojos al entrar, no
quería volver a ver a esa mujer.
Después de que mi padre me explicara el asunto
relacionado a aquella mujer misteriosa, no volví a verle; a pesar de que iba a
casa por mi lo evité a toda costa, ver su rostro sonriente me dolía; pensar en
que esos cálidos brazos rodeaban a aquella mujer me hacía enfadar. Fue entonces
que me di cuenta de mis sentimientos, no era simple cariño fraternal lo que
sentía hacía mi padre, era algo más, que nunca había experimentado. Deseaba a
mi padre como aquella mujer con la que yacía todas las noches.
Pasó un mes, no pude olvidar aquella escena, se
repetía una y otra vez en mi mente. Mi madre nunca preguntó el motivo del
cambio repentino, nuevamente estaba haciéndome a un lado. No fue hasta que ya
no soporté más la situación en casa que volví a ver a Dominic.
— ¡Isaac que has hecho!
— Nada madre.
— No mientas jovencito. Es obvio que has hecho algo,
si no, ese inútil no hubiese dejado de mandar el dinero.
— No es mi culpa madre. Seguro lo anda gastando en
su nueva novia.
— ¿Nueva novia dices?, ¡pero que descarado!
Arreglare esto ahora mismo.
— haz lo que quieras. Me voy a mi cuarto. No me
molestes.
Ella iba a replicar pero hui antes de que lograra
cacharme. Nataly me miró de mala manera en el camino, obviamente la niña ahora
me odiaba más que antes, sin el dinero de mi padre ella no podía obtener los
lujos a los cuales estaba acostumbrada. Ignorándola me encerré en mi
habitación, no soportaba más ser solo un objeto para esa mujer, amaba a mi
padre e iba a hacerlo responsable, era su hijo, no podría negarse; con la
decisión tomada arregle una maleta con todo lo necesario para el plan que había
estado maquilando y esa misma noche me escapé de casa.
Mi padre me recibió con los brazos abiertos y las lágrimas a flor de piel, él no tenía
idea de porque lo había rechazado todo ese tiempo. Esa noche la novia de mi
padre no se encontraba en casa, aproveché la situación, Dominic me dejó dormir
con él.
— Buenas noches Isaac.
— Buenas noches padre.
Note como el reaccionó a las palabras, había hecho
mi anotación, ahora solo faltaba lo demás y así él nunca me dejaría.
— Padre…sobre lo de hace un mes…quisiera
preguntarte, ¿Qué se siente tener sexo?
— ¿Qué dices hijo? ¿Por eso me has estado evitando?
Te daba vergüenza verme…
— En parte. Pero no es todo. Te evitaba por el
simple hecho de que me dio envidia.
Mi padre se incorporó en la cama, me miró con una
ceja levantada y una sonrisa picara dibujada en sus labios. Me incorporé a la
cama y lo miré fijamente.
— ¿te gustó mi novia?
— No. Ella no fue la que me gustó. Si no tú pene
dentro de ella. Tenia envidia de eso.
El abrió los ojos sorprendido. Aprovechando su sopor
me coloque encima de él montándolo de la
cadera, tome sus brazos y amarré primero una muñeca a la cabecera de la cama y
la otra en el otro lado. Él se quedó quieto como si no comprendiera la
situación; me incline hacia él y lo bese como había visto en el colegio, la
calle y las novelas estúpidas que mi madre solía adorar.
El trató de quitarme de encima con su cuerpo pero el
movimiento de mi cadera lo detuvo. Noté entonces que mi plan estaba
funcionando, pude sentir algo duro topar con mi trasero por encima del bóxer. Logró
separarse de mi boca, trate de besarlo nuevamente pero movió el rostro hacia un
lado esquivándome.
— ¡Bájate ahora mismo!
— No. Quiero que me hagas lo que le hacías a aquella
mujer. Padre. Por favor.
Le susurré al oído. Dominic volvió a empujarme con
su pelvis, pero solo logró que mi trasero rozara mas con su bulto que se
elevaba aun mas, me aferre a su cuello.
— ¡Basta Isaac!
— ¡No!
El volvió a empujarme pero lo besé, lamí sus labios
haciéndole entreabrir la boca, deslice mi lengua dentro de la cavidad; la
acción lo desconcertó un momento, aproveche para deshacerme con una mano de mi
bóxer. Él se quedo piedra cuando vio mi cuerpo inferior desnudo y mi pene
imponente mirando hacia el con liquido pre seminal deslizándose por el eje.
— Hijo. Déjate de estupideces. Debí hablar contigo
sobre esto antes. Vamos bájate.
Ignorándolo le tomé con una mano el sexo y deslicé
mis dedos desde la punta hasta el final. Dominic emitió un suave gemido. Seguí
masturbándolo, el líquido pre seminal se comenzó a derramar, mi mano que lo
masturbaba esparció por todo su eje aquel líquido, me había puesto al tanto del
sexo gay, y a falta de vaselina, use aquello. Antes de que mi padre pudiese
detenerme me coloque sobre su pene erguido y baje las caderas poco a poco. El
gimió más fuerte, me miraba entre sorprendido y algo más que no atine a
describir; apenas mi cuerpo se acostumbró a la intrusión baje las caderas por
completo.
— Hijo…basta….
— No es hijo...es Isaac.
Espere unos momentos para subir y luego volver a
bajar en un ritmo pausado, dolió mas de lo que había pensado pero no quería
dejarlo, ignorando el dolor que me recorría todo el cuerpo, seguí empalándome,
primero lentamente y después de un rato
mis caderas se movían frenéticamente, bajando y subiendo. El dejo de hablar,
sus gemidos inundaron la habitación. El olor de su perfume masculino llego a
mis fosas nasales, le mire con los ojos entreabiertos, sus mejillas estaban
cubiertas en lágrimas.
— No te sientas culpable Dominic
Llevé mi mano hacia su mejilla acariciándola pero él
desvió el rostro, entendí entonces que lo estaba haciendo sufrir. Mi corazón
volvió a doler, me deslicé fuera de él y rodé a su lado.
— Te amo Dominic. Soy un adolescente pero se lo que
siento. Así que no digas que son locuras.
— Desátame Isaac.
Algo temeroso lo desaté, apenas estuvieron sus manos
libres se abalanzo hacia mi y me abrazo. Escondí mi rostro en su pecho y me
solté a llorar.
— Es mi culpa hijo. Debí estar contigo antes.
Seguí llorando en su pecho, sus manos acariciaban mi
espalda reconfortándome. Una parte de mi se sentía mal por lo que había hecho y
la otra estaba satisfecha; separé mi rostro de su pecho y lo miré fijamente.
— Dominic te amo. No te cases con esa mujer. Déjame
vivir aquí contigo.
— Hijo… no sé que decirte. Estas equivocado. No me
amas de esa manera.
— ¡No estoy equivocado!
Molesto me separé de él empujándolo, me levanté
deprisa y me puse el pijama. Él se levanto de la cama y me tomo del brazo.
— Vamos. Duerme. Ya hablaremos mañana.
Me zafé del agarre y camine hacia la puerta con
maleta en mano, el trato de detenerme pero antes de que pudiera hacerlo yo ya
había corrido fuera del departamento.
Desde entonces no he vuelto a ver a mi familia,
terminé en un albergue, y desde aquí estoy contando mi historia, el inicio y
fin de mi primer amor.
FIN
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