Ayer por la noche, a las 11:00 pm maso menos, me entraron ganas de escribir, y ésto fue el resultado.
EL CONTENIDO DEL TEXTO PUEDE HERIR SENSIBILIDADES, POR LO QUE SI NO TIENES AMPLIO CRITERIO ABSTENTE DE LEERLO. RECOMENDADO PARA MAYORES DE 18 AÑOS.
Durante muchos años pensé que el
amor solamente lo podías conseguir rompiendo paredes, desfigurando rostros,
quemando el cuerpo y haciendo suplicar a tu amante por piedad, ¡Cuan equivocado
estaba! A los dieciséis comprendí que el amor típico de madre e hijo jamás lo
obtendría, y que, a pesar de vivir como una familia aparentemente feliz, la
distancia entre mi madre y padre solamente unas bofetadas y violaciones
acortaban. De más pequeño no comprendía las escenas que pasaban continuamente
en mi hogar, varias veces vi a mi madre cundida en lágrimas, a mi padre con los
puños manchados en sangre y oí gritos desgarradores. Como todos buenos padres
delante de los vecinos, la comunidad, incluso mis abuelos, eran la familia
modelo. Él un hombre modelo, trabajador y dedicado a su familia, y ella, una
mujer de campo rescatada de las peores condiciones y con un amable y atento
corazón, cariñosa, cordial y sumisa, sobretodo sumisa.
Mis años de colegio no fueron mucho
mejores que mi hogar, los amigos que creía tener un día como cualquier otro se
alejaron de mí, rumores comenzaron a esparcirse en el colegio, incluso los
profesores cuchicheaban a mis espaldas, en cuanto los miraba me sonreían con
una mueca extraña, como si les asqueara mi presencia. No comprendía tal abrupto
cambio hasta que camino a casa, eso sí, mi padre siempre tan ocupado jamás
había ido a recogerme al colegio, por lo que mandaba uno de sus mejores amigos
o, compañeros de juerga como yo lo conocía. Aquel hombre me había encaminado de
casa la escuela y viceversa desde que entré a cuarto grado, habían pasado 4
años desde entonces, el hombre tenía un trato diferente conmigo al que sostenía
con mi padre o incluso con mi madre, cuando caminábamos directo a casa el
siempre sostenía mi mano cariñosamente, al menos así lo sentía dando que
acariciaba con sus dedos el reverso de mi mano. En cuanto llegamos a mi casa me
sonreía amablemente y entregaba a mi madre, a la cual aquel hombre nunca le
agrado, no había comprendido el motivo hasta el día de mi 16vo cumpleaños. Bien
dicen que a esa edad un hombre está más
cerca de ser aquel galante de pelo en pecho y mujeres por montones, que ingenuo
fui.
Ese día, un 3 de julio, Samuel, el
hombre amigo de mi padre, había organizado la fiesta, mi madre se había negado
rotundamente pero con ello ganó unas marcas de cigarrillos en el vientre y los
senos, supe de ellos por accidente al día siguiente después de tan escandalosa
noche. Mi madre entonces, dejo que mi padre hiciese lo que quisiera, por lo que
Samuel había contratado a unas mujeres para que yo, el pequeño de la casa, me
volviera el hombre que tanto mi padre como él deseaban. Recuerdo que aquellas
mujeres llegaron y comenzaron su show mirándonos retadoramente, con trajes de
cuero y látigos en mano amenazaron a mi padre, el cual les sonrió y las llevo a
la habitación que compartía con mi madre. MI madre que estuvo presente, se resignó
a inclinar la cabeza y fingir que eso no estaba ocurriendo. Mi padre entonces
desapareció de la sala junto con una de las dos mujeres, ya que la otra mujer
había sido tomada de la muñeca por Samuel y había sido arrastrada hasta que sus
enormes senos quedaron cerca de mi rostro.
Samuel entonces miró a mi madre, relamió
sus labios y la arrastro hasta que pude sentir sus senos en mi nuca. Nunca me
había sentido tan asqueado, ver aquellas dos carnes colgando, cubiertas por una
tela viscosa y brillante, sentir los aguados y caídos senos de mi madre en la
nuca. Samuel ladró una orden a ambas, mi madre trató de alejarse pero fue
lanzada al suelo con un sonoro golpe en la cabeza. Traté de levantarme para
ayudarla pero la mujer de cuero me impidió el paso, sentado en una silla como
estaba no podía moverme tan fácilmente, mis manos fueron atadas por la espalda
sin que sintiese cuando las habían tomado. La mujer sonrió y acerco su rostro a
mi oreja, susurro mi nombre y lamio mi lóbulo, “Juguemos” fue lo que dijo antes
de comenzar con un meneo de caderas y movimiento de senos. Mi madre logro
levantarse con la mano en la cabeza, Samuel la obligó a colocarse nuevamente a
mi espalda. Le susurró al oído algo que parecía mi madre no querer hacer, en un
instante tenía la boca de mi madre sobre mí, o más bien, sobre mi pene, con sus
manos había abierto mi bragueta, mi pene flácido dentro de los calzoncillos no
había reaccionado con aquella mujer, quise apartarme pero Samuel se acercó a mí
y junto su labios con los míos, recorrió con maestría mi boca, evitando así que
forcejeara y logrando que mi pene se endureciera, así mi madre logro sacarlo de
los calzoncillos, mientras la mujer seguía bailando, contoneándose frente la
escena, se manoseaba por encima de la ropa, la cual poco a poco fue quedando en
el suelo hasta que pude ver sus erectos pezones, los cuales pellizco y estiró
con fuerza. Mi boca estaba entumida de las lamidas y mordidas de Samuel, mi
cuerpo no reaccionaba, no podía creer que mi madre hubiese sido obligada a
semejante atrocidad. Vi hacia ella, su boca en mi pene, lo engullía con fuerza,
lamia la entrada mientras que sus ojos derramaban lágrimas. La mujer de repente
dejo de bailar y se acercó a mi madre, la jaló del brazo haciendo que soltara
de golpe mi erección. Solamente podía ver la escena como si no fuese yo el que
estaba ahí sentado y atado, siendo besado y acariciado por Samuel.
La bailarina abrazo de la espalda a
mi madre, tomo con sus manos sus senos y los masajeo con fuerza, mi madre trato
de separarse, pero aquella mujer fue más fuerte, la bailarina entonces llevo
una de sus manos por debajo de la falda de mi madre, el rostro de ella se encendió
furiosamente, las lágrimas seguían saliendo pero no se movía, la otra mano de
la mujer desabotono la falda, le bajo el cierre y la hizo caer al suelo
mostrando las bragas de mi madre, con fuerza fue arrastrada al suelo quedando
sentada con las piernas hacia mi dirección, Samuel hizo una señal con la mano a
la cual la bailarina asintió. A continuación mi madre tenía las piernas
abiertas, las bragas habían parado en algún lugar de la sala y pude ver como la
mujer desconocida introducía sus dedos en la entrada de mi madre, la cual
gritaba y sollozaba al principio para luego gemir y sollozar al mismo tiempo,
“Estas hecha toda una puta, calentándote con mamársela a tu hijo, zorra” fue lo
último que escuche hasta antes de que Samuel desatara mis amarres y me
arrastrara al suelo, lo siguiente que recuerdo es el dolor, el inmenso dolor
que sentí, mi carne se desgarraba por dentro, oía a mi madre gritar y gemir, a
la mujer gemir por igual, la sala se llenó de sonidos blasfemos, Samuel
entonces me embistió con fuerza unas veces más antes de caer en mi pecho laxo,
sentí algo hirviendo en mis entrañas, y una gran y enorme vergüenza, miré a mi
madre quien tenía los ojos perdidos, mire el techo y cerré los ojos.
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