Hatsukoi*
Era un viernes en la tarde cuando
Melissa lo vio por primera vez, ese día había acompañado a su hermana mayor al
festival de su sección, aunque estudiaban en la misma academia, al ser de
diferentes grados — ella en secundaria, su hermana en bachillerato — estaban
divididas, por lo que cada sección hacía actividades independientemente de la
otra. Melissa había sido obligada a ir con su hermana — Yahaira — a
regañadientes, por lo que se encontraba con un humor de perros.
— Odio este tipo de actividades,
¡Hay demasiada gente! — se quejó Melissa cruzándose de brazos mientras recorría
a la multitud con mirada despectiva.
— Respira Meli, no vamos a estar
mucho tiempo, prometo que en cuanto cante el grupo de mi amado Alonso, luego de
saludarlo, nos iremos — respondió Yahaira sonriente, a ella no le causaba
problemas la multitud, estaba acostumbrada a ella, toda su vida se la había
pasado participando en concursos en los cuales ganaba por lo que siempre vivía
rodeada de personas.
— Y pensar que solo vinimos a
escuchar al inútil de Alonso — musitó Melissa bajando la cabeza resignada, no
tenía sentido seguirse quejado, después de todo su hermana era la que llevaba
las llaves del carro consigo y ella no se atrevía a marcharse sola a casa a
esas horas de la tarde.
Hacía un calor exorbitante,
Melissa se vio obligada a desabotonarse aquellos botones que nunca se había
atrevido a desabotonar, para ella la decencia lo era todo, por lo que siempre
portaba una imagen impecable, cabellera con litros de gel para evitar pelos
rebeldes, cejas peinadas, labios con bálsamo, blusas abotonadas hasta el cuello
y faldas debajo de las rodillas, la imagen de toda una señorita correcta recién
salida de un convento. El olor a comida grasosa aunado con el sudor de
adolescentes en plenas hormonas la habían estado mareando desde hacía ya un
rato por lo que se deslizó fuera de la muchedumbre y lejos de su hermana para
poder respirar aire fresco.
≪ Realmente odio
esto, no sé cómo mi hermana puede soportarlo, en sin duda una boba, todo por
causa de las hormonas y de su estúpido novio ≫, después de
respirar unos minutos lejos del gentío emprendió la retirada, iría a nadar
entre las personas dentro de una hora en búsqueda de su hermana, pero mientras el tiempo pasaba debía encontrar un
lugar pacífico y placentero para estar el armonía consigo misma.
Caminó con las manos cruzadas y la mirada perdida en el horizonte,
se había perdido en sus pensamientos, hecho que ocurría muy a menudo y que
causaba problemas entre los miembros de su familia al creer que eran ignorados
por su hija menor; sin un rumbo fijo terminó dentro el campus, más bien, dentro
de los vestidores de chicos.
El cambio drástico en el ambiente
y el elevado olor a hormonas y desodorantes la hizo regresar a la realidad y
darse cuenta en el sitio en el que se encontraba.
≪ ¿Qué demonios hago
aquí? ≫, se preguntó deteniendo sus
pasos y mirando hacía todas direcciones reconociendo que, efectivamente, se
encontraba en los vestidores de chicos; una alarma de peligro se prendió en su interior,
sintió la necesidad de salir de ahí cuanto antes, si alguien la encontraba ahí,
toda su imagen de perfección se iría al caño.
≪ Mejor salgo de aquí
≫,
dispuesta a irse dio media vuelta pero el sonido de la regadera la hizo
detenerse y mirar tras de ella, las duchas se encontraban a unos cuantos pasos,
algo de lo cual no se había fijado, la alarma se intensificó pero ya era
demasiado tarde, ante ella apareció la
imagen de un joven desnudo con la toalla en el cuello, el cual al verla se
cubrió de inmediato con las manos.
— ¡No inventes! ¡Sal de aquí! —
exclamó el joven maniobrando con sus manos para evitar que ella se fijase en
sus partes nobles mientras trataba de
cubrirse con la toalla.
Ella sonrió y barrió con la
mirada al joven, examinando fugazmente cada parte que había estado expuesta. El
chico la miró con el ceño fruncido, ella reaccionó y bajó la cabeza.
— ¡Disculpa! — dicho esto
emprendió la huida lo más rápido que sus piernas le permitieron, en el camino
la imagen del chico desnudo, las partes de su cuerpo no dejaban de
atormentarla, sacudió la cabeza tratando en vano de sacarse tales impuras
imágenes, pero no podría, ahora ella no olvidaría a aquel guapo chico de los
vestidores.
Durante toda la semana siguiente,
Melissa no pudo quitarse de la cabeza las imágenes del chico, a pesar de sus
esfuerzos concentrándose en diversas tareas, exámenes, actividades escolares y
extra curriculares, aquel muchacho seguía apareciendo una y otra vez, harta de
ello se dispuso a averiguar la identidad del chico.
ya se acercaba otoño, por lo que
el clima cambiaba constantemente y las lluvias se dejaban caer cuando uno menos
lo esperaba, Melissa como mujer precavida que era siempre llevaba consigo un
paraguas, pero esa tarde sería la excepción, su hermana se lo había llevado y a
ella la había dejado sin futura protección al clima.
— Buen momento para dejarle el
paraguas a mi hermana — se quejó en voz alta colgándose el bolso en el hombro,
ahora debía esperar a que la lluvia pasase para poder correr a la tienda de
abarrotes más cercana. El día había resultado infructuoso, no tenía la menor
idea de quién era el chico de los vestidores, lo único que tenía claro, era que
estaba en bachillerato puesto que cuando lo vio ella se encontraba en esa zona
del campus.
— sí que llueve fuerte el día de
hoy, ¿has olvidado el paraguas? — escuchó Melissa la voz de un chico que le
hablaba tras de ella, volteó a verle y lo reconoció.
≪ ¡es él! ≫,
exclamó para sus adentros mas no realizó expresión alguna que la delatara, el
chico la miró con el ceño fruncido por unos momentos y luego sonrió.
— Si, es una tormenta, se lo dejé
a mi hermana pensando que no llovería, pero ya ves, el clima cambia
constantemente — respondió sonriéndole de vuelta, lo menos que quería en ese
momento era asustar al chico, aunque ella se sentía en terror al estar hablando
tan tranquilamente con él.
— Eres la chica que me vio en los
vestidores, ¿no es así? — preguntó el joven sin dejar de mirarla; la sonrisa de
oreja a oreja en los labios de Melissa desapareció al instante, desvió la
mirada.
— No lo hice adrede, disculpa por
haberte visto en paños menores — de disculpó Melissa dándose la vuelta, lo que
menos quería en ese momento era enfrentarse a esa bochornosa situación.
El chico se colocó a su lado, abrió el paraguas que
llevaba consigo y la tomó del brazo.
— Tranquila, fue un accidente,
Soy Franklin — se presentó el chico sin mirarle mientras la conducía fuera de
la protección del techo.
Melissa se dejó hacer, nunca se
había puesto tan nerviosa, creía que los chicos eran especímenes difíciles de
tratar y por consiguiente se había negado a intentarlo, pero después de ver a
Franklin, toda barrera se disipó.
— Mucho gusto, Melissa —
respondió en voz baja siguiéndolo, agradeció a su hermana por haber pedido el
paraguas, y que el destino le hiciese cruzarse con Franklin.
Caminaron hombro a hombro debajo
de la lluvia en silencio, Melissa por su nerviosismo y Franklin porque no
hallaba un tema de plática. En algún momento se encaminaron a la zona de
vivienda de Melissa, hecho que la hizo extrañarse.
— ¿Cómo es que sabes en dónde
vivo? — preguntó Melissa mirándole de soslayo mientras seguían caminado en
dirección a su hogar. Franklin sonrió.
—
Estudio en el mismo salón que tu hermana Yahaira, la he acompañado
muchas veces a su casa hasta que Alonso se volvió su novio, por lo que me sé la
ruta de memoria — respondió Franklin sin mirarla caminado más aprisa, como si
el tema le causase incomodidad y quisiese irse cuanto antes.
— Ya veo, entonces no fue
casualidad que nos encontráramos en la entrada — dijo Melissa en voz baja
caminando al paso de Franklin.
Franklin detuvo su paso y jaló
del brazo a Melissa, haciéndola pegarse a él.
— Debes prometerme, que no le
dirás a Yahaira que me conoces — dicho esto la empujo fuera de la protección
del paraguas y se fue a paso veloz de ahí, dejando a Melissa enfrente de su
casa empapándose, la caminata debajo del paraguas había sido en vano.
Después de la tarde en la que
Melissa se reencontró con Franklin, ambos comenzaron una relación de amistad en
secreto, puesto que Franklin le repetía constantemente a Melissa que no le
dijese nada a su hermana.
Las dudas la carcomían por
dentro, ≪ ¿Por qué no quiere que Yahaira
se entere? ≫, se preguntaba al menos una vez
al día, pero luego olvidaba dicha cuestión cuando pasaba la tarde con él y éste
la acompañaba a su casa no sin antes comprobar que Yahaira no se encontrase
cerca.
Por vez primera Melissa se estaba
enamorando y todo parecía indicar que el chico tenía un sentimiento hacia ella,
el cual no era específico, pero ella no perdía las esperanzas de que fuera
igual al suyo.
— Dime Franklin, ¿Por qué debo de
ocultarlo con mi hermana?, no es como si estuviésemos haciendo algo incorrecto
— preguntó Melissa entregándole un paquete de galletas a Franklin, que había
comprado en la tienda compartida del campus.
Franklin tomó las galletas y posó
la mirada en el horizonte pensativo.
— No lo hacemos, pero no quiero
que se entere — respondió Franklin zanjando el asunto en ese día; por más que
Melissa tratase de sacarle la respuesta que tanto deseaba escuchar no lograba
nada.
Después de un mes, Melissa estaba
segura de que no podía seguir siendo solo amiga de Franklin, sus sentimientos
estaban a punto de desbordarse por lo que decidió citarle un sábado para
declarársele.
Ese día su hermana y Alonso
habían salido a una cita por lo que Melissa se encontraba sola en casa, después
de arreglarse se dirigió al punto de encuentro, los cines, el lugar en donde
había quedado con Franklin.
≪ ¡tengo tanto miedo!, nos llevamos muy bien,
pero eso no quiere decir que tiene ese tipo de sentimientos hacia mi ≫,
pensaba Melissa mientras esperaba sentada en la cafetería del cine, Franklin le
había mandado un mensaje hacía unos minutos diciéndole que se había retrasado
pero ya estaba en camino.
— ¿Meli? — Una voz femenina la
hizo sacar la vista del celular, enfrente de ella estaba su hermana tomada del
brazo de Alonso.
— Melissa, ¿Cómo te va?, hace
mucho que no te veo, Yahi habla mucho de ti, no tienes idea, eres su adoración
— Dijo Alonso pasando un brazo por la cintura de Yahaira a lo que la chica
respondió apoyando su cabeza en el hombro de él.
— ¿Qué haces aquí?, ¿has quedado con
alguien? — preguntó Yahaira sonriente mirando de arriba abajo a su hermanita.
— ah…si, algo así, un amigo —
respondió Melissa desviando la mirada, aquello era fatal, en qué momento se le
había ocurrido citar a Franklin en el lugar de citas comunes de su hermana y su
novio, no estaba pensado de seguro cuando le dijo.
Yahaira estaba a punto de hablar
cuando Franklin apareció tras Melissa con una sonrisa de oreja a oreja en el
rostro.
— Perdona mel, tuve un
contratiempo, pero ya llegue, vamos a ver la peli — dijo mirando fijamente a
Melissa sin percatarse de la presencia de Yahaira y Alonso.
— Franklin… ¿es él tu amigo
Melissa? — preguntó Yahaira mirando a Franklin y luego a Melissa.
— Ya se me estaba haciendo raro
que no aparecieras en escena — comentó Alonso mirando fijamente Franklin.
Franklin levantó la mirada hacia la pareja, su antes sonrisa alegre se
transformó en una mueca de dolor, tomó la mano de Melissa y la jaló consigo
fuera de los cines.
— ¡Franklin!, ¿Qué sucede? —
preguntó Melissa desconcertada, todo había pasado demasiado rápido, aun no
tenía ni idea de porque Yahaira y Alonso lo conocían, pero lo que más le
desconcertó fue el rostro descompuesto del chico.
— Perdóname Melissa, no quería
ocultártelo, pero era la única manera de que pudiera estar cerca de Alonso —
confesó Franklin comenzando a caminar en dirección opuesta al centro comercial,
Melissa sintió como si hubiese tomado su corazón y lo hubiese aplastado y
embarrado contra el piso, el chico al cual pensaba confesarse en cualquier momento,
le estaba confesando que amaba al novio de su hermana, ese decir, el chico era
gay.
— Te amo, y sé que tu no me
puedes amar de la misma manera, pero necesitaba decirlo, gracias por decirme la
verdad — Dijo Melissa en voz alta, haciendo que Franklin voltease a verla; las
lágrimas se derramaban por los ojos de la chica, ahí se había ido su primer
amor, el cual tal vez algún día olvidaría y enterraría junto con los futuros.
FIN.
*Palabra
Japonesa en Romanji que significa “Primer amor”
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