— ¡Muévanse imbéciles, hagan lo planeado! — Ordenó el Líder del
grupo — Manuel Salvadillo — desde su
hogar, la voz se escuchó en toda la gran mansión, el Líder nunca mostraba la
cara a sus sicarios , solamente Dairem sabía cómo era pero lo mantenía en
secreto, el líder solo se limitaba a ladrar
órdenes desde su hogar lejos de la base. Varios hombres se movilizaron a su
señal; Dairem abrazó sus piernas y escondió su rostro entre ellas, se
encontraba sumamente cansado, no había podido dormir desde hace tres días y su
cuerpo le estaba comenzado a pasar factura. Unos minutos después el chico se
encontraba solo y adolorido, apenas terminaban de usarlo, el líder daba órdenes
y era abandonado a su suerte sin que nadie se preocupase por su salud o por sus
pesadillas recurrentes.
***
Dos años antes Dairem era un niño cualquiera que vivía con sus
padres.
— ¡Es un fenómeno!, ¡No es posible que yo le haya dado a luz! — Exclamó una mujer
morena, alta y corpulenta golpeando la mesa con los puños cerrados.
— No digas eso…es nuestro hijo, estuve en la sala de partos cuando
le diste a luz — Trató en vano un Hombre escuálido y de menor estatura de
calmarla. — No hagas escándalo Mujer, debes evitar que los vecinos se enteren,
si lo mantenemos en secreto no habrá problemas — agregó el Hombre tomando las
manos de su esposa, ella le miró con chispas en los ojos, zafó sus manos de
entre las de su marido.
— ¡Encerrarlo o matarlo!, cualquiera de las dos, no aceptare más
opciones — Declaró la mujer cruzándose de brazos, el hombre asintió con la
cabeza y la abrazó.
El aludido miraba por la rendija de la puerta desde su habitación;
él no tenía idea de lo que discutían sus padres, no lograba escuchar con
claridad la plática, pero sabía que sus días en aquella casa estaban contados. Cuando
tenía 6 años experimentó su primer atisbo de poder, pero al no ser tan problemático
sus padres no se percataron; la situación se volvió más evidente desde que
cumplió los 12, ya que sus poderes se estaban desarrollando más y lo que antes percibía
esporádicamente, ahora era más frecuente al grado de provocarle pesadillas al
menos una vez a la semana.
Sus padres optaron por Encerrarlo y no dejarle salir de casa, le
proporcionaron un profesor particular al cual instruyeron de no tocar a su hijo
pretextando que éste tenía problemas nerviosos.
Un año pasó Dairem en esa situación, miraba siempre por la ventana
esperanzado en que algún día saldría y jugaría como los demás niños, pero sus
padres cada que lo cachaban fisgoneando lo castigaban. Para Dairem todo en su
vida estaba establecido, tenía un horario, rutinas, no podía realiza alguna
otra actividad que no estuviese establecida de antemano.
Un día el chico ya se había hartado de las reglas exageradas en su
hogar, no veía problema en poder ver más allá de lo que alguien común pudiese,
no se consideraba un fenómeno, pero por si las dudas, evitaba tocar a sus
padres, temía ver algo desagradable.
— Vendrán visitas dentro de media hora, así que si quieres andar
por ahí paseándote, evita que te vean, no quiero tener que explicar por qué no
estás muerto — Dijo la madre del chico desde el marco de la puerta sin mirarle,
Dairem asintió y no respondió, en su cabeza ya había comenzado a maquinar su
plan de escape, si sus padres no le querían, entonces no tenía sentido seguir
allí.
Dairem se hubiese mantenido en su habitación durante el tiempo de
visita, pero su estómago lo traicionó gruñendo indicando que debía alimentarse,
sigilosamente salió del cuarto, se escabulló hasta la cocina.
— Nadie me vio…que suerte — se dijo así mismo mientras abría el
refrigerador, el sonido de unos pasos le hicieron sobresaltarse y voltear hacia
la puerta.
— Así que tú eres Dairem, he oído hablar de ti y de tus extraños
poderes — Dijo un hombre desconocido adentrándose a la cocina con una sonrisa
maliciosa dibujada en sus labios.
Dairem cerró el refrigerador y dio unos pasos hacia atrás acercándose
al set de cuchillos de cocina.
— Tranquilo chico, no te haré daño, puedo sacarte de aquí — Agregó
el hombre sacando un cigarrillo de alguna bolsa secreta del saco.
— Eres peligroso — murmuró Dairem extendiendo la mano derecha en
búsqueda de algún cuchillo cercano, ahora que necesitaba a sus padres, estos no
acudían a él, en ese momento se dio cuenta que la casa se encontraba en
silencio.
— te has dado cuenta…verás, he estado buscando a tu madre desde
hace mucho tiempo, la mujer logró esconderse por 13 años, pero la he encontrado,
y con ella a ti — Dijo el hombre dándole una calada al cigarrillo.
Dairem se dio cuenta que el tiempo en aquella casa se había agotado
y ahora no podría escapar del hombre delante suyo, resignado se acercó a él.
— Buen niño, buen niño — susurró Salvadillo acariciando la cabeza
de Dairem cariñosamente.
***
El trabajo de Dairem era
sencillo pero muy agotador, debía realizar al menos de 4 a 7 sesiones por día,
luego de dos años se había acostumbrado pero aun así era demasiado para él,
todas las noches luego de ver futuros terroríficos terminaba en cama con fiebre
y pesadillas. Manuel Salvadillo pasaba a visitarle de vez en cuando, él era la única
persona que le trataba como un ser humano en aquella enorme mansión, Dairem
desarrolló un sentimiento de fraternidad hacia aquel cruel líder.
Ese día Dairem había terminado su última sesión, tenía el herido y
magullado, entre más crecía, podía sentir las emociones y acciones en carne
propia; la última visión de un campo de cuerpos degollados, amputados y sangre
le hizo correr por toda la habitación desesperado para al final desplomarse y
caer de lleno en la losa fría, una nueva herida se sumó a las muchas que había
sufrido durante ese año, algunas visiones le hacían tomar objetos y lastimarse
con ellos para quitarse los dolores o a agresores de encima.
— No soporto seguir viéndote de esta manera, tu poder no debe de
ser usado de ésta manera, ellos pueden pedirle a alguna mujer que les lea las
cartas para cumplir sus propósitos — Comentó Adam, uno de sus guardias que siempre
le curaba las heridas luego de las terribles sesiones.
— Aquí sirvo y no soy un fenómeno como en el mundo exterior,
Manuel me dio una nueva vida — Dijo en voz baja Dairem cerrando los ojos, el
dolor de la penúltima herida le estaba molestando.
Adam terminó de vendar la muñeca de Dairem, guardó los
instrumentos utilizados en el compartimento correspondiente y tomo asiento al
lado del chico en la orilla de la cama.
— Dairem, esta no es vida, tienes catorce años y pareces un cadáver,
no sé cuántos huesos te has roto estos últimos meses, llevas gritando por las
noches dos semanas seguidas — Replicó Adam entrelazando sus manos detrás de su
propia nuca.
Dairem se mordió el labio inferior, sabía que eso no era vida,
pero a pesar de su horrible trabajo, vivía cómodamente, siempre tenía comida,
cama limpia y cariño de la persona que más necesitaba.
Adam suspiró pesadamente y movió la cabeza de derecha a izquierda.
— Sé que moriré si hago esto, pero no tengo otra opción — murmuró poniéndose
de pie, encaró a Dairem.
— ¿de qué hablas? — preguntó Dairem confuso mirándole fijamente,
Adam tomó del rostro al menor.
Dairem trató de apartarse para evitar la visión pero fue en vano,
ella ya había entrado en él. Las imágenes de Adam suplicando por vida le
dolieron en lo más profundo de su ser, las lágrimas se derramaron por su rostro
sobresaltando a Adam.
— Como pensé, moriré, aunque de todos modos mi tiempo está contado
— dijo Adam soltando el rostro de Dairem. — escucha bien Dairem, dentro de unas
horas tendrás la oportunidad para escapar, debes dirigirte al sur, la cafetería
“Paraíso secreto”, ahí encontrarás personas que te comprenderán más de lo que
estos animales lo hacen, solo tienes una oportunidad, debes irte sin mirar
atrás, olvídate de todo lo que viviste aquí y haz una nueva vida, una real, no
una ficticia como ésta — agregó el joven sonriendo ampliamente para luego
despedirse con un ademán de mano y dejar a Dairem sumido en sus pensamientos.
Esa misma noche el chico se escapó de la mansión, Adam le ayudó
con el escape. Dairem se dirigió a donde Adam le había indicado, ahí encontró
más personas con poderes similares a él, personas que pertenecían a la sociedad
de humanos con poderes extrasensoriales.
Los años pasaron y Dairem cumplió los 21, aprendió a manejar su
habilidad y descubrió que podía bloquear emociones que no quisiese y ver sin
que se agotara tanto como años antes.
— Dairem, ve por la cena — Dijo Yulianne, una chica que había
ingresado a la sociedad hace poco y con la cual él mantenía una relación amorosa.
Dairem rodeo de la cintura a la chica y la atrajo hacia sí.
— claro cariño, tu ordena, yo obedezco — bromeó el joven juntando
su nariz con la de ella — te amo — agregó mirándola a los ojos. Yulianne sonrió
ampliamente y le dio un beso en los labios.
— Ya vete, tendremos problemas si llegan los demás y no está lista
la cena — Ordenó Yulianne empujando sutilmente a su pareja, él asintió con la
cabeza y salió de la cafetería.
Como la tienda se encontraba a unas cuantas cuadras decidió irse
caminando, sonrió complacido, su vida no podía ser más perfecta, ya lejos de la
cafetería y de la zona sur a una cuadra después, se desplomó el cuerpo inerte
de Dairem, el final había llegado, el chico lo supo desde un principio pero no
trato de evitarlo, después de todo una vez que entrabas a la mafia, no podías
salir, al menos no con vida.
FIN
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