24 sept 2019

Texto random


Bueno, debido a que quiero intentar volver a escribir sin tanta traba y porque es una manera de poder reducir la energía que fluye en mi cabeza, empezaré con ejercicios de escritura diarios o solamente escribir lo que se me venga a la cabeza o tenga a mi mano, como ahora, estoy en el trabajo sin nada que hacer, puesto que ya realicé todo lo que debía realizar por el día de hoy, y encontré una pila, entonces, hablaré de ella:




De la punta sobresale una protuberancia de sensación lisa, se puede apreciar el brillo platinado de su cuerpo cuando los rayos la impregnan directo, está vestida, porta un traje gris claro con letras blancas y azules, probablemente sea el nombre de quien le creó o solamente una mera decoración, ni tan ligera, ni tan pesada, tiene una sensación liviana si es comparada con otros artefactos, pero, no pasa desapercibida, es más, tiene una utilidad única, la cual puede ser renovable, es decir, si se coloca en una especie de aparato que recargue su energía, o puede no ser renovable y sencillamente servir a su patria y perecer en ello.
Muchos dicen que no pueden deshacerse de ella fácilmente, incluso el mismo fabricante lo manifiesta, con el claro logo de “no tirarse a la basura”, la vida de éste pedazo de material alcalino según las inscripciones en si misma, será tan efímera que apenas te darás cuenta de su existencia, hasta que por causa de ella, tu placer sea mermado.




Ahí murió la energía...creo que deberé hacerlo más seguido, mi objetivo será terminar todas aquellas historias inconclusas desde hace muchos años.


22 sept 2019

Nameless 22-09-19


Escrito random que se me ocurrió xD no tiene pies ni cabeza, pero bah...aquí se los dejo.

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Se levantó al sentir el roce de los rayos del sol sobre su rostro, miró a su alrededor sin lograr identificar el lugar.

— ¿Dónde estoy? — se preguntó mientras se levantaba de la cama, al caer la sábana notó su desnudez, regresó a la cama y se cubrió de nueva cuenta con las sábanas.
— ¿Por qué estoy desnudo? — volvió a preguntarse, cerró los ojos tratando de recordar, pero por más que lo intentaba nada aparecía en su mente, entonces un movimiento en la cama le hizo mirar a su costado.

Al lado de él yacía un chico pelinegro de cabellera rizada, en sus labios tenía dibujada una sonrisa de satisfacción, se movió hacia un lado logrando que las sábanas cayeran un poco dejando apreciar su pálido pecho, el cual estaba cubierto de marcas rojas.

El castaño se levantó sorprendido comprendiendo la situación, llevó una mano hacia su cabellera confundido, al parecer había tenido sexo con aquel joven, pero no recordaba nada en lo absoluto, probó moverse un poco en la cama a fin de identificar algún dolor, pero nada punzó, dolió o se sintió incómodo, entonces se preguntó si había sido él el que había…hecho eso con el otro, aún más confundido, escondió el rostro entre sus manos.

Entonces la puerta se abrió y por ella entró otro joven, el cual parecía mayor que él, de cabellera negra larga recogida en una coleta, solo vestía unos pantalones y su pecho estaba al descubierto. El castaño se le quedó mirando estupefacto, ahora no solamente había estado con uno, resulta que se había metido en un famoso “menage trois”; él hombre pelinegro notó la expresión del chico y reaccionó con una sonrisa de lado a lado.

— veo que has despertado — le dijo mientras caminaba en dirección a éste.  El castaño volvió a subirse a la cama buscando protección entre las sábanas, lo cual provocó una risilla en el mayor, a lo cual el castaño respondió con las mejillas encendidas.

— ¿quién eres? — preguntó el castaño con recelo mirando al otro fijamente, en su mirada se notaba que estaba asustado, confundido y furioso a la vez. El mayor negó con la cabeza y detuvo su paso a unos centímetros de la cama.

— Parece que has perdido la memoria ¿tan espléndido fue? — respondió el pelinegro en tono burlesco para posteriormente tomar asiento en la cama del lado del desconocido que yacía plácidamente dormido pese al ruido que estaban ellos dos generando.

El castaño reconoció enseguida ese tono burlón y familiar. Solo conocía a una persona que sería capaz de hacer eso, y esa persona se suponía que debía estar prácticamente al otro lado del mundo, o al menos con esa idea se había cuando se fue hace más de cinco años.

— Alexander…no puede ser ¡¿No estabas en Australia?! — exclamó sorprendido el castaño mientras se levantaba nuevamente de la cama, no sin antes tomar la almohada que le había servido al parecer para dormir, para cubrirse la zona púbica. Alexander dirigió su mirada a la zona que el castaño trataba de ocultar y volvió a reírse.

 Debido a la fuerte voz del castaño, el otro chico en la cama despertó, abrió los ojos y enfocó su vista en Alexander, le dirigió una cálida sonrisa.

— mmm… ¿ya es de día? — preguntó incorporándose en la cama, miró al chico al lado de la cama y le dedicó una dulce sonrisa para luego regresar su mirada a Alexander.

— Ven a despertar como se debe a ésta princesa — dijo el chico recién despertado extendiendo ambos brazos hacía Alexander. El castaño pasó su mirada a la escena que se estaba desarrollando ante sus ojos.

Alexander murmuró algo que sonó como “Niño mimado” y tomó en brazos al otro, acto seguido le plantó un beso superficial en los labios que fue intensificándose hasta escuchar los sonidos de las lenguas jugando entre sus bocas, en un momento del beso Alexander miró de soslayo al otro que parecía aturdido, el cual, al verse atrapado, desvió la mirada.

Alexander notó la vergüenza de éste, sonrió maliciosamente y besó al menor que le abrazaba con mayor pasión que antes, así acariciando con su lengua la del otro a modo que se pudiese ver mientras una de sus manos le acariciaba la espalda delineándole la columna, El menor se estremeció ante las caricias. Alexander dejó de besarlo y miró al ojiverde.

— ¿No quieres unirte Andrew? —  preguntó Alexander mientras hacía que el menor le soltara y lo volteaba hacia Andrew.

Andrew se impactó aún más al ver al chico que Alexander había estado besando segundos atrás, el joven tenía las mejillas teñidas de rojo, y su cuerpo parecía como de porcelana, blanco y delicado, sin contar los rizos que caían en su rostro dándole la imagen de un ser celestial.

Su respiración se tornó dificultosa en cuanto el hermoso joven extendió su mano hacia él y le miró con los ojos de un azul intenso, Andrew tragó saliva cuando su mirada pasó a la parte baja del joven, cerciorándose de si realmente era un hombre, al notar el evidente bulto debajo de las sábanas se sintió sucio, por lo que desvió rápidamente la mirada.

— ¿Por qué te avergüenzas? — preguntó Alexander mientras abrazaba el chico delante suyo por la cintura — si esto ya lo has visto antes — agregó destapando al joven y tomando en una de sus manos el miembro del menor, el cual se veía claramente erecto y algo brillante por el líquido pre seminal.

— ah… ¡no toques tan de repente! — se quejó el hermoso desconocido llevando una mano hacia la mano que tomaba su miembro.

— enseñémosle como es divertirse Dake — le susurró al oído Alexander mientras una de sus manos comenzaba a moverse en el eje del mismo, Dake llevó la cabeza hacia atrás descansando en el hombro del pelinegro, Alexander aprovechó para acariciar con su otra mano el pecho del menor, deslizándose desde el abdomen hacia arriba lentamente, Dake soltó un leve gemido.

— Parece que la droga no ha salido completamente de tu sistema — agregó Alexander dejando de acariciarlo y empujándolo levemente para que se recostara en la cama, Andrew sintió que la escena se iba a salir de sus manos, por lo que sin importarle que lo vieran, lanzó la almohada a la cama, tomó la primera ropa que vio en el suelo y corrió a encerrarse en lo que supuso sería el baño.

Ya dentro del baño, Andrew se sentó en el inodoro y respiró profundamente tratando de recordar cómo había llegado a ese lugar y peor, como había terminado metiéndose con Alexander y el desconocido Dake, volvió a respirar para calmarse y decidió que tenía que huir de ahí cuanto antes, por lo que se metió la ropa olvidándose de que no llevaría interiores y cuando terminó, se miró al espejo, pudo reconocer el rostro de alguien que había salido de juerga por las ojeras bastante visibles, de igual manera logró visualizar marcas rojas que comenzaban a ponerse moradas alrededor de su cuello, sin duda, aquello no podría ocultarlo por el momento, se sintió muy avergonzado, trato de buscar algún reloj o algo que tuviera la hora, pero no halló nada, parecía más bien el baño de un hotel, por lo que volvió a sentarse en el inodoro y esperó a que Alexander y el otro, Dake, terminaran lo que fuesen a terminar.

En algún momento mientras esperaba sentado en el inodoro, escuchó los sonoros gemidos de quien, supuso, sería Dake, avergonzado trató de taparse los oídos, fue entonces que llego, como un flashazo, todo lo que había ocurrido la noche anterior, y recordó que, en efecto, él había sido partícipe de aquel juego.

**
Cuerpos sudorosos se entrelazaban entre sí en la pista de baile, él mismo era parte de ese conjunto, borracho como se encontraba, no reparó en que unas manos lo habían atrapado de la cintura y él mismo se encontraba untando su pecho en un hermoso desconocido, mientras éste le rodeaba del cuello, el hombre tras él empujó un poco su cadera hacia Andrew y en un movimiento circular restregó su erección por encima del pantalón.

… Unos momentos después ya se encontraba en una habitación besando desesperado al desconocido de cabello negro, mientras que el otro se dedicaba a darle pequeños besos en la espalda desnuda.
Dos lenguas se posaron en su sexo, sintió como se entrelazaban al momento de subir por el eje, su cuerpo se agitó ante tanto placer, soltó un sonoro gemido cuando el pelinegro pasó la punta de la lengua por el glande, miles de estrellas quisieron asomarse en su visión...

… — Relájate Andy, disfrutarás como no tienes idea — le susurró el pelinegro a Andrew mientras le acariciaba las nalgas, en algún momento habían cambiado de posición y su pene, antes atendido, ahora se sentía cobijado de calidez, miró hacia abajo encontrándose a un sonrosado joven, el cual le miraba como los ojos llenos de lujuria y soltaba un leve gemido, Andrew notó como su pene enfundado se introducía en aquella cavidad, fue su primera experiencia y la estaba disfrutando como loco, entonces sintió que algo duro se posó entre sus nalgas...

**

Andrew se levantó del inodoro asustado, no recordaba al cien por ciento, pero estaba seguro que él había tenido sexo gay, el primer sexo gay en toda su vida, nunca había pensado que haría aquello, y peor aún, con un desconocido y, sobretodo, con su hermano mayor. se acercó a la puerta y pegó el oído, en algún momento mientras recordaba, los sonidos se había detenido, por lo que quiso comprobar que aquellos dos habían al fin terminado.

— ¿No piensas salir de ahí? — escuchó la voz de su hermano al otro lado, sonaba cerca, por lo que Andrew supuso se encontraría parado delante de la puerta, Andrew apoyó su frente en la misma y suspiró, ahora no sabía cómo iba a enfrentar la situación, su cuerpo no dolía, pero sus recuerdos le hicieron ver que claramente había tenido sexo con el hombre al otro lado, había practicado el incesto, sentía una mezcla de emociones inexplicable, que oscilaban entre culpa y placer.

— Ya se fue Dake, sal un momento, creo que debemos hablar — volvió a escuchar el castaño, pero esta vez un poco más lejos, aún con el corazón al mil y los nervios a flor de piel, decidió que debía salir del baño, al menos ya no estaba desnudo y eso le hacía sentir un tanto valiente, quizá, menos del 2%, pero era algo.

Respirando profundamente, Andrew salió del baño y se encontró a su hermano con la camisa a medio poner sentado en la cama, él al verlo hizo un ademán para que se sentara a su lado, a lo que Andrew respondió con una negativa, se acercó unos pasos, dejando una considerable distancia para que el otro no pudiera alcanzarlo por si las dudas.

— Alex, no comprendo que hacemos aquí y mucho menos… — dijo Andrew para luego desviar la mirada y agregar en voz baja — que hayamos tenido sexo — aclaró su garganta y se obligó a enfrentar la mirada de su hermano, la cual se veía bastante tranquila para la situación que estaban enfrentando.

Alexander llevó su cabeza hacia atrás un poco, más que preocupado, parecía cansado, cruzo las piernas y regresó su vista a Andrew.

— ¿Recuerdas cuando me fui? O más bien… ¿tienes idea porque me fui? — interrogó Alexander aún sin moverse de su sitio manteniendo la mirada firme en el castaño.

Andrew llevó una mano hacia su brazo nerviso a la vez que desviaba nuevamente la mirada, negó con la cabeza y se acercó un paso hacía su hermano. Alexander al ver la reacción del menor, decidió levantarse y acercarse a él, lo cual ocasionó que Andrew tratara de alejarse, lo cual el otro no permitió tomándole del brazo.

Andrew sintió la calidez de los dedos de Alexander sobre su piel, otro recuerdo de la noche anterior se coló en su cabeza, más bien, una simple frase “he querido hacer esto desde hace mucho tiempo…eres todo para mi Andy” , entonces sintió como todas las piezas encajaban, incapaz de poder en ese momento dar una respuesta que no sonara a balbuceo, optó por no huir, bajar la mirada y susurrar — pensé que te habías hartado de mi — al terminar la oración sintió que era jalado hacia el pecho del mayor, se fundieron en un abrazo, el cual Andrew se dio cuenta que necesitaba como respirar, soltó todo el aire contenido y se dejó abrazar por el mayor.

— No soportaba tener estas emociones por ti, eran incorrectas, inmorales, temía que me odiaras si te enterabas y peor aún, que te alejaran de mi — dijo Alexander al oído de Andrew, éste se estremeció con el aliento cálido de su hermano y de igual manera comprendió, era cierto, cuando su hermano se fue, apenas él iba a cumplir los doce.

**
— ¡No te vayas! — exclamó Andrew aferrándose con fuerza a su hermano mayor. ese día Alexander había llegado a casa con la noticia que se iría a estudiar al extranjero, que había conseguido una beca y que partía en una semana, todos habían sido tomados por sorpresa, sobretodo, Andrew, el cual había reaccionado gritándole que lo odiaba y durante la semana se había recluido a su habitación evitando por completo el contacto con él.
La semana había pasado y ahora Alexander se encontraba en la puerta de la casa, no había podido abrirla cuando Andrew corrió hacia él y lo abrazó con fuerza. Los padres de los chicos bajaron la mirada y decidieron darles un momento a solas, por lo que salieron de la casa para terminar de alistar el automóvil.

— Andy pequeño, tengo que hacerlo — respondió Alexander con una muy dulce voz a su hermanito, al tiempo que trataba de separarlo tranquilamente de su cuerpo. Andrew reaccionó abrazándose aún más a él. — no me hagas esto — escuchó Andy al tiempo que Alexander le devolvía el abrazo con fuerza, haciendo que descuidara el agarre, momento que el mayor aprovechó para zafarse y empujarlo lejos de sí.

— cuídate, te quiero — fue la última frase que escuchó Andrew de su hermano antes de que cerrara la puerta en sus narices y se fuera para siempre, o eso pensó en esos momentos, de su vida.

**
— Han pasado ocho años desde entonces, no supimos de ti todo ese tiempo… — Andrew murmuró en el abrazo, al tiempo que cerraba los ojos y se dejaba sostener, en esos momentos se sintió en el lugar correcto, todo el nerviosismo que había sentido minutos atrás se desvaneció, no pudo evitar sentir el calor que el cuerpo de su hermano emanaba, repentinamente se sintió comodo, tanto que no se percató cuando fue arrastrado a la cama, quedó debajo de Alexander y de un momento a otro sus labios se unieron en un casto beso, cuando se separaron Andrew comprendió algo.

— Siento que aunque seamos hermanos, esto no es incorrecto ¿verdad? — comentó Andrew mientras rodeaba del cuello a su hermano para acercarlo nuevamente a él.

  el amor jamás será incorrecto Andy — respondió Andrew y besó su mejilla, luego su frente y junto la suya con la de él. — Traté todo este tiempo de olvidarme de éstas emociones, incluso salí con varias personas, chicos y chicas, el de anoche fue una de esas conquistas de momento, anoche…no pude evitar no llevarte conmigo, no me arrepiento de nada, bueno, quizá de haberte metido en un trío siendo tu primera vez — dijo Alexander con los ojos cerrados, aún encima de Andrew.

— ¿Quién dijo que lo fue? — respondió Adrew juguetón, a lo que Alexander se levantó un poco para mirarle a los ojos con una sonrisa ladeada en el rostro, claramente diciendo “eso ni tú te lo crees”. Andrew rodó los ojos y dejó caer los brazos a sus costados.

— De acuerdo, tú ganas, fue mi primera vez con un hombre, pero no era virgen ¿tienes en cuenta que tengo 20 años?, he tenido muchas novias desde que cumplí los 15 — se jactó el menor sonriéndole al otro. Alexander sonrió y rodó a un costado de él, se colocó de lado para mirarlo. — ¿Entonces el pequeño miedoso y penoso niño que conocí años atrás desapareció y se volvió en todo un gigoló? — comentó el mayor al tiempo que acariciaba el pecho de su hermanito por encima de la ropa.

— No tanto así, pero si tuve varias novias y claramente bastante sexo, pero… — se colocó de lado mirando a su hermano, acercó unos centímetros su rostro al de él y beso su mejilla — Montártela con tu hermano es mil veces mejor que cualquier mujer — agregó susurrándole al oído, para luego empujarlo y quedar encima de él.

— ¿La próxima no involucres a un tío cualquiera va? No me agrada tener que compartirte — se quejó Andrew mientras se acomodaba en el regazo de su hermano.

— Lo dice quien claramente dijo la semana pasada “¿y si jugamos a que nos encontramos en el bar y tenemos un trío con algún tipo guapo o al menos pasable?”— comentó Alexander con el tono cantadito que Andrew usaba mientras tomaba de la cintura de éste. Andrew se carcajeó al ver la pésima representación de sí mismo que Alex intentó hacer.

  Vamos a tener que dejar estos juegos y hablando de eso… — Andrew comenzó a menear la cadera encima de Alexander, el cual enseguida se crispó por el roce y sintió como su cuerpo reaccionaba. — ¿Tuviste sexo con ese niñato? — preguntó acercando su rostro al otro. Alexander besó cálidamente sus labios.

— Sabes que jamás te sería infiel…solo tú puedes meterla en el agujero de otro, en mi caso…con esto — tomo con ambas manos las nalgas de Andrew, las apretó suavemente — me basta y sobra — dicho esto se fundieron en un apasionado beso.

Si bien, ellos llevaban una relación no tan convencional, sus padres habían decido cortar lazos con ellos y dejarlos ser, después de todo, 8 años de separación no habían bastado para separarlos; ahora con Alexander de 27 años y Andrew de 20, podían hacer y deshacer lo que quisieran en su vida, y así lo hicieron desde que se reencontraron hace un año en un antro de mala muerte a las afueras de la ciudad.

Fin

20 abr 2019

Ejercicio 2




Dorotea se mordía las uñas con desesperación, llevaba ya una hora en ese espacio, el olor del antiséptico ya había inundado sus fosas nasales, podía sentir una leve punzada en sus sienes, producto posiblemente de la noche en vela, sus pies repiqueteaban la blanca losa en un ritmo continuo, podía escuchar el sonido del tecleo de la recepcionista a unos metros de ella; Dorotea se sentía en otro universo, en sus 21 años de vida, jamás habría imaginado que terminaría en esa situación, respiró profundo y empezó a frotarse las manos repetidamente, sentía que su cuerpo estaba helado, como si le hubieran bajado mucho a la temperatura de la habitación, pese a que el marcador del A.C indicaba 27°.

Dorotea había sido una chica ejemplar durante toda la escuela, siempre había tenido buenas calificaciones, excelente conducta, destacaba por sus valores y ética totalmente apegados a las normas, a la vez que, su arraigada fe religiosa, en la cual, todos los sábados iba a confesarse y los domingos iba a misa a realizar la eucaristía, sin duda, era el tipo de chica que terminaría como una mujer exitosa madre de familia, buena mujer educadora de sus hijos, atendiendo a su marido, pero, cuando Dorotea entró a la universidad, conoció a Marco, él era lo opuesto a ella, un chico con ideas liberales, destacaba del común por su supuesta rebeldía ante las normas y sus característicos hoyuelos cada que sonreía, ella, cuando lo vio por primera vez cayó flechada, pero en su familia no le permitirían jamás estar con él, por lo que tuvo que reprimir sus emociones y olvidarse del asunto.

-          Señorita Mijangos, ya puede pasar

Dorotea escuchó a la lejanía su apellido, lo cual la hizo salir de sus recuerdos, agradecida por la recepcionista, puesto que no quería volver a entrar en las aguas pantanosas de un año atrás, se levantó de la silla y caminó al espacio indicado, la recibió una sonrisa de hoyuelos característica, ahí estaba él, el chico por el cual ella había probado nuevas experiencias de vida, ella lo miró atónita, no podía moverse de su sitio, él notó el desconcierto de la chica, pero, no comprendió la razón por lo que decidió llevar una de sus manos al hombro de ella.
-          ¿Señorita Mijangos?

Dorotea parpadeó varias veces, sintió sus mejillas tornarse carmesí y por automático se cubrió el vientre y trato de alejarse de él, no podía ser cierto, que de entre todas las personas que pudo haberse topado, en un sitio de ese tipo, haya sido con él.
                Un año atrás, luego de haber ignorado sus demonios, como diría su madre si le hubiese llegado a comentar la sensación de hormigueo en su entrepierna que sintió ante la visión del chico de hoyuelos sin camisa corriendo en el campo de futbol, Dorotea trató por todos los medios de no ceder ante tal encanto que le seducía noche tras noche, que la dejaba agitada cada amanecer, sintiendo calentura sin estar enferma y con las bragas mojadas, no quería admitir que a sus 20 años, ese chico de hoyuelos, le incitaba la libido sexual.

                Cierto día, Dorotea se había quedado hasta tarde en la universidad haciendo una investigación, que no notó la hora hasta que unas risas la sacaron de su concentración, levantó la vista del libro y busco la fuente de las risas, pudo divisar al fondo de la biblioteca, cerca de los estantes más altos de esa sección, a dos personas, y una de ellas era el chico de los hoyuelos; incapaz de poder desviar la mirada, se acercó sigilosamente hacia la pareja que murmuraba cosas entre risas, la chica,  por lo que pudo apreciar, era no más alta que ella, pero sí de contoneada figura, llevaba puesto una falda que le llegaba un poco menos de la rodilla y una blusa de escote pronunciado que te hacia mirarle los senos aun si no quisieses, pero Dorotea no pudo prestarle mucha atención a la chica cuando vio como el de sonrisa perfecta llevaba una de sus manos a su propio pantalón…           

-          Discúlpeme, estaba un poco distraída, solo vengo a que se deshaga de esto, ¿ya sabe?

-          Claro, pase y tome asiento.

Unas horas después de que Dorotea había salido de la anestesia, sintió su cuerpo menos pesado, y el frío antes que la había inmovilizado, ahora estaba en el olvido, agradecida con el doctor, se levantó de la cama, se vistió como había llegado y caminó a recepción, ese espacio que antes la había sofocado, ahora se sentía libre, las paredes brillaban de blanco haciéndola sentir renovada, el doctor se acercó a ella.

-          Ahora solo debe ser más cuidadosa y protegerse adecuadamente.

-          Si doctor, muchas gracias.

Antes de que ella cruzara el umbral de la puerta de salida, el chico de la sonrisa con hoyuelos colocó una mano en el hombro de ella y acercó su boca al oído izquierdo de Dorotea “Lástima que no disfrutamos más esa noche”, se separó y se despidió con un guiño. Dorotea se quedó en silencio, con las mejillas ardiendo y su entrepierna estremeciéndose, dio media vuelta y salió del lugar.

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