30 jul 2012

Un beso


Un Beso



El descanso era el momento ideal para una estudiante de secundaria de relajarse, despejarse de todo lo que aturdía su mente y olvidar aquellos pensamientos negativos de su existencia. La caja de almuerzo antes repleta de guisos diversos, ahora se encontraba vacía; Ella miraba hacía la nada con una sonrisa dibujada en sus labios miel.

— Que calma y tranquilidad — comentó para sí misma acomodando su ondulada y larga cabellera tras su oreja, gustaba de dejar que el viento acomodara sus rizos a placer, aunque su fleco a veces le estorbaba para llevarse a la boca algunos alimentos.

— ¡Michelle! — Exclamó una voz femenina detrás de ella, a unos cuantos metros, Michelle posó sus ojos esmeraldas en la imagen detrás del árbol, una amplia sonrisa la recibió.

— Clara, ¿Qué sucede? — Respondió Michelle levantándose de la banca y dirigiéndose a la chica que la seguía con la mirada como si no quisiese perder ningún instante.

Clara era la mejor amiga de Michelle, pero no solamente eso, con el paso de los años se dio cuenta que su cariño había traspasado todo infantil e ingenuo sentimiento; ahora que la veía sonriente, no podía evitar sentirse dichosa, su corazón golpeteaba en su pecho, sus ojos se iluminaron. Aquella sedosa y lacia cabellera deslizándose en sus dedos a la hora de dormir en las pillamadas, esa estrecha cintura, no tan amplias caderas y firmes y pequeños senos, hacían que Michelle enloqueciera de amor a cada segundo.

A unos cuantos pasos de Clara, Michelle la tomó de la cintura y la atrajo hacía si, acariciando su espalda por encima de la ropa le susurró aquellas palabras que había estado reteniendo y que sentía la necesidad de decir.

— Clara, te amo — Su voz salió en un pequeño suspiro, separó su cuerpo de Clara y la miró fijo a los ojos, no le importaba nada en ese instante más que sostenerla, Clara la miró con los ojos abiertos, su sonrisa se desvaneció. Michelle entonces sintió miedo, ahora todo se había vuelto oscuro, sus acciones tendrían repercusión y eso no lo había considerado, el impulso había sido más grande.

— No pongas esa cara — Clara sonrió nuevamente y junto sus labios con los de Michelle, las lágrimas cubrieron el rostro de  la morena, Clara la rodeo del cuello y separó sus labios.

— También te amo — una sincera y alegre sonrisa iluminó su rostro, Michelle supo en ese instante que no habría nadie más para ella a partir de ese momento, que aquella mujer era y sería la única el resto de su vida. Dichosa le devolvió el abrazo, el timbre indicando el fin del descanso las obligó a regresar a la realidad, incapaces de separarse tomaron sus manos y con los dedos entrelazados regresaron a la realidad.

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