15 sept 2011

Romance de invierno parte 2-Final

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Ha llegado la ocasión de hablarles acerca del tiempo en el que Natalia y yo estuvimos juntas, he de confesar que ese periodo es algo oscuro, difuso y sin evidencias, pero aun así hay algunas cosas que recuerdo del asunto.


La primera semana fue la más complicada — para mí —, nos habíamos vuelto novias formalmente por medio del Messenger pero no nos habíamos visto después de ese día, por lo que mantuvimos una relación vía internet con video llamadas y mensajes en el Facebook.


Una tarde charlando con ella en el Messenger ella me pidió que apartara un día para ir a verla, en eso entonces yo ya había dejado la escuela formal y me dedicaba a estudiar una carrera técnica de artes por lo que mis tardes libres eran contadas; luego de ponernos de acuerdo del día para vernos seguimos con la conversación hasta la madrugada, y así le seguimos los días siguientes.


El día que nos “citamos” — por decirlo de alguna manera —, mi mejor amiga Sarahí fue conmigo, esos meses mi familia estaba pasando por una crisis económica por lo que mi efectivo era escaso y dependía de Sarahí para poder ir a ver a Natalia, en fin, el primer día que la vi luego de ser formalmente novias, fue el día más extraño, yo me sentía completamente fuera de lugar, incomoda y no sabía qué hacer, sin contar que me causaba muchos problemas pensar que aquella chica era mi novia, dos conflictos que me persiguieron durante un mes entero — no había considerado en mi existencia fijarme en una chica —; fue un día como cualquier otro, parecíamos dos grandes amigas hasta que ella me sorprendió tomándome la mano, al principio no me sentía muy nerviosa pero después de su proeza comencé a estar más pendiente de ella y gracias a ese gesto me empecé a enamorar.


Después de ese día, me pasaba las horas al teléfono con Sarahi, comentando sobre el asunto, aun no quería aceptar el hecho de haberme fijado en una chica, iba completamente en contra de mi actitud conservadora, no tengo nada en contra de los homosexuales pero pensar en mi como uno de ellos me causaba estragos, de cierta manera pensaba como homofóbica.


Natalia vivía a hora y media de mi casa por lo que acordé con Sarahí y con ella de visitarla al menos dos veces a la semana, era fiel a ello, comenzamos a convivir más y a comportarnos como una pareja cursi y muy acaramelada — así nos etiquetó Sarahí —, hasta ahí todavía no había caído completamente ante ella, aún buscaba algún hilo que jalar, y pensaba de qué manera hacer que rompiésemos, fue un fin de semana en el que toda idea de romper y mi homofobia se desvaneció por completo.


Era un sábado, habíamos quedado en grupo para ir al cine, pero no habíamos calculado el hecho que se acercaba una tormenta y el clima no era adecuado para salir de casa, llegue media hora antes de lo acordado, Sarahí llego después junto con otra amiga — Ariana —, pero ella no había llegado, anduve con mis amigas caminando de un lado al otro esperándola hasta que la tormenta estalló, entonces me di cuenta que Natalia ya no iría, la felicidad que había sentido al pensar que iría al cine con ella se desvaneció y entre en un estado de depresión, el cual mis amigas notaron pero no hicieron comentario alguno, después de haberme resignado a que no la vería, me llegó un mensaje de ella diciéndome que la lluvia la había atrasado, pero que ya estaba ahí, la alegría llego a mí, como si hubiesen encendido el switch de felicidad, apenas la vi no pude evitar no abrazarla; — pensé que no vendrías — le dije luego de soltarla y admirarla, se veía sumamente hermosa con su ropa masculina, — Te dije que vendría , ¿no?, yo cumplo las promesas — respondió en su tono desinteresado y carente de emoción que le caracterizaba; aquella simple frase hizo que mi corazón latiese a mil y cayese rendida.


Luego de ese día cada que la veía se iluminaba el día, no sentía las horas pasar, me encantaba sostenerla en mis brazos, acariciar sus formadas piernas — parte de su cuerpo que adoro hasta ahora —, y estar así al lado de ella sin necesidad de palabras, ya que no requeríamos palabras para comunicarnos.


Natalia era todo lo contrario a mí, infantil, poco sociable, de gestos masculinos, pensaba en el hoy y ahora mientras que yo pensaba en el futuro e imaginaba más allá del día de mañana. Los meses siguientes fueron como en las novelas rosa en donde todo es romántico, lleno de pláticas cursis, gestos cariñosos pero ningún beso, parecerá extraño en una relación de la actualidad pero no nos besamos hasta el tercer mes.


Después del segundo mes ella comenzó a cambiar, se había vuelto un poco más distante de lo común y ya no se desvelaba charlando conmigo, estaba más cansada siempre y no faltaba día en el que me hablara de su nueva amiguita, la cual me di cuenta enseguida, le llamaba la atención pero confiada en que me amaba hice caso omiso, ya se le quitaría con el tiempo su fascinación hacia aquella mujer. El día que cumplimos nuestro tercer mes fui a verla junto con dos amigas, estuvimos en un parque cercano a su casa, le entregue su regalo de navidad — ya estábamos en noviembre — y estuvimos juntas hasta la tarde noche, ya le había pedido días antes que ella fuera la primera en besarme pero solo había obtenido negativas de su parte, por lo que ese día no fue la excepción, harta de seguirle insistiendo estuve a punto de mandarla por un tubo cuando venciendo toda su pena me besó, no fue un beso como el de los adolescentes locos llenos de hormonas se dan, fue un beso dulce, no duro mucho pero aprovechando la situación le pedí otro, el cual me dio con un poco de resistencia; ese día fue el mejor de mi vida, había obtenido el beso que siempre había deseado, uno romántico al atardecer/anochecer; después del primer beso los demás fueron contados, todos tiernos y con duración mínima.


Hasta ese mes yo seguía locamente enamorada de ella pero ella se comportaba cada vez más y más extraño, me hablaba más seguido de su amiga y después de habérmela presentado me di cuenta que aquella chica tenía algo entre manos, pero mi optimismo y emoción del momento me hizo tirar esa hipótesis a la basura.


El cuarto mes lo pasamos un poco distanciadas, ella anda ocupada con su colegio además de la planeación de su próximo cosplay, la convención se acercaba, yo igual andaba ocupada con ese tema por lo que nos vimos hasta el día de la convención.


El sábado ella fue con su hermanita y no encontramos ocasión para estar juntas por lo que desistimos y esperamos a que el domingo si hubiese chance, el domingo pasó igual salvo una cosa de la cual había estado temiendo desde hace dos meses; nos peleamos por causa de la amiguita nueva que había conocido, la cual a mí ya a esas alturas me desagradaba, resulta que Natalia había quedado con aquella chica en la convención por lo que el tiempo que pudimos haber tenido juntas lo uso para estar con ella, después de enterarme que se había ido con su amiguita, sentí que ya no podría hacer nada y que aquello acabaría en cualquier momento pero mi amiga sarahí evito que la cortase en ese mismo momento; ella noto mi incomodidad y me mandó un mensaje haciendo así que nos reconciliáramos por el medio menos confiable, el celular.


Al día siguiente — lunes — no la encontraba por ningún sitio y no me animaba a hablarle, no quería molestarla, y así paso el día sin saber nada de ella, pero al día siguiente, martes, ella me contacto por el Messenger:


Natalia dice:


Hola


Andrea dice:


Hola! Me alegra que te hayas conectado! Te estuve buscando ayer!


Natalia dice:


Ah…anduve ocupada….estem…hay algo que tengo que decirte :/


Andrea dice:


Qué es?


Natalia dice:


La verdad no creo que lo nuestro vaya a funcionar, es decir, siento que yo no avanzo, tú quieres que avancemos pero yo no puedo, encontrarás a alguien que te aprecie y te merezca.


Andrea dice:


Pero…podemos intentarlo!


Natalia dice:


… no, no podemos, no sé cómo decirte esto…


Andrea dice:


¿Qué no me quieres?


Natalia dice:


Si! Si te quiero…pero…ya no como antes…no se…


Andrea dice:


Y cuando dejaste de quererme?


Natalia dice:


Esta mañana.


Y con esa frase —algo modificada por mis difusos recuerdos— terminó conmigo por el mismo medio en el que habíamos comenzado, el bendito Messenger. Ese día llore amargamente y me deprimí, pero logre salir adelante con la ayuda de mi mejor amiga y familia, días después estando en el Messenger ella me dijo algo de lo cual yo sabía pero me había hecho boba durante todo ese tiempo.


Natalia dice:


Hola! Adivina qué?


Andrea dice:


Hola, que?


Natalia dice:


Tengo novia!, a que no adivinas quién?


Andrea dice:


mmm….alguien que conozco verdad?


Natalia dice:


Sip, de las que conoces, quien podría ser?


Andrea dice:


Laura, verdad?


Natalia dice:


Oh! Y como lo supiste?


Andrea dice:


Era obvio…


En efecto, Natalia había dejado de quererme desde hacía mucho tiempo pero no había tenido el valor de admitirlo y terminar una relación con alguien a quien no amaba, incluso le pregunte acerca de Laura, le dije cosas para que razonara el porque me hablaba de ella tan constantemente pero ella siempre respondía con un: “pero yo te quiero a ti”, le di la confianza para decirme si ya no funcionaban las cosas pero ella no lo hizo, hasta que Laura fue directamente tras ella ; ahora he superado aquella traición — al menos yo así lo sentí — y a ella el karma le llego por haberme dañado, Laura terminó con ella porque se dio cuenta que en realidad solo podía querer a hombres; desde entonces sé que el karma existe y que uno debe estar en paz con el por eso ahora escribo esto, para eliminar aquellos sentimientos que aquella niña de 15 años se llevó hace un año.



FIN

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