27 sept 2012

Random..de nuevo








En unos minutos sonará mi celular, miraré la pantalla y sonreiré al ver su fotografía, esa tímida y coqueta sonrisa combinada con sus perfecta dentadura, sus ojos, siempre fui temerosa de ellos; al principio no podía mirarlos, sentía que ellos descubrirían mis mas oscuros pensamientos, las mas grandes perversiones de mi alma, pero a pesar de ello al final logré mirarlos y me cercioré de que caía en picada cada que sus pupilas se dilataban con mi figura.

Ha pasado media hora y la pantalla no ha reflejado su fotografía, desconozco el motivo real, pero comienzo a preocuparme, guardo el celular y tomo mis llaves, es hora de actuar. El sonido de gotas cayendo cerca de mi habitación me detiene, he vuelto a dejar la llave abierta, suspiro cansada y me dirijo al baño, mis ojos desvían la mirada de aquellas manos delgadas, de uñas limadas y envueltas en anillos. Busco la llave que se cubre con unos mechones de cabello, los retiro y cierro con fuerza, así evitaré que vuelva a desbordarse el agua, que a estas alturas ha perdido su forma cristalina y se tiñe de un tono rojizo oscuro.

Vuelvo a la recamara, miro alrededor comprobando que no hay nada fuera de lugar que me retenga para mi objetivo, sonrío y prosigo con la idea principal, iré a visitarla, así podré saber el motivo de su ausente mensaje. Camino hasta la puerta, tomo la perilla y la abro. Un hombre de lentes oscuros y traje azul marino me impide el paso, miro por encima de su hombro, las puertas vecinas abiertas, los rostros extrañados y algunos horrorizados, no comprendo la situación, trato de volver a entrar al departamento pero el sujeto de lentes me lo impide, toma mis muñecas y bajo la una letanía “Queda usted bajo arresto” me da la vuelta y me esposa. Niego con la cabeza, imposible que haya terminado de esta manera.  El otro sujeto abre la puerta de mi departamento de una patada, lleva la pistola agarrada a la altura de su rostro, mira hacia todos lados. Me quedo en silencio y mirando perpleja como penetran e invaden mi privacidad, los vecinos se reúnen a nuestro alrededor, no escucho las voces, todas se distorsionan en mi mente. “Encontré el cuerpo”, la voz del hombre perpetuador de hogares me vuelve a la realidad, miro mis manos, el liquido carmesí seco, sonrío “¿Puede enviar un mensaje?”, el oficial me mira sin comprender, le pido de nuevo, el suspira y acepta, le indico el lugar de mi celular, lo saca sin importarle tocarme descaradamente, no digo nada, teclea el mensaje “Numero”, bajo la mirada, fijo mi atención en el suelo “Cristina”. El sonido del mensaje recibido hace eco en mi departamento.

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