14 jun 2013

Lluvia de invierno- Destino




¿Quién dijo que ser un lobo solitario es fácil?, puras patrañas. Llevaba un año entero sin descanso en búsqueda de una nueva manada y de paso un hogar, todo por culpa del alfa de mi ex manada, Lucyan, a pesar de que trataba de controlarme no pude evitarlo y terminé metiéndome con su pareja, pésima idea, el resultado fue inapelable: expulsión de la manada.
Encontré un departamento para vivir por mientras, pero comenzaba a sentir la soledad, después de todos los lobos viven en manada…
Era de noche y llovía a cántaros, la lluvia me había devuelto las esperanzas perdidas, la posibilidad de no estar solo. Caminando por las calles desoladas sentí un olor diferente, cautivante, aun me encontraba en forma de humano así que aproveche y me acerqué a aquella fragancia.
— ¡Atrás ser infernal!
Recibí de sorpresa una onda energética, mi espalda chocó contra la pared, aquel chico sí que tenía fuerza pero no más que la mía, después de todo era un simple humano, así que luego de recuperarme de la sorpresa me tomé la molestia de darle una lección: lo acorralé, golpee; los hematomas se formaron rápidamente en su pálida piel, aquella valentía de hacía unos segundos, se había esfumado, él solamente tosía y se escondía para evitar mis golpes.
— Vale ya, déjalo, ¿no preferirías hacerle otras cosas?
Una voz masculina evitó que diera el golpe final y de paso que mi cuerpo tomara su forma real, retiré el puño del estómago del chico y encaré al hombre.
— ¿A qué te refieres?
— Sabes bien  a que me refiero, deja la mojigatería, tómalo y llévalo contigo.
Ya más calmado me fijé en el chico, era sin duda bastante atractivo, sentí nuevamente aquel olor familiar, colocándome de cuclillas olí el cuello de él. Me sorprendí al identificar ese perfume, era como el de Lucyan. Haciendo caso al espíritu tomé al chico y lo lleve conmigo, checar sus heridas no sería mala idea, al fin de cuentas yo no era un cabrón como la mayoría de machos de la ciudad.
Curé las heridas del joven, el espíritu mientras tanto se encontraba ausente, parecía haberlo abandonado.
— ¿En dónde estoy?
El chico despertó al día siguiente, las heridas de su cuerpo ya no eran tan evidentes, tomé asiento a su lado.
— en mi departamento, el espíritu que te acompaña desapareció y no tengo la menor idea de a donde fue.
Me miró con sus ojos enormes y verdes, se notaba el temor en ellos, sus manos las aferró a la sábana.
— ¿Qué debería decir? ¿gracias por la paliza? O ¿gracias por no matarme?
No respondí, no tenía sentido ya que él no escucharía motivos ni razones, lo note en su tono de voz al responderme.
— Soy Andrei Dupree, ¿tu?
— Demian Colombo
Él extendió su mano hacia mí, la tome algo receloso, había pasado ya un tiempo desde que toqué a una persona, sus dedos se sintieron suaves como seda, parecían manos de un joven aristócrata. Fue entonces que noté la perfección andrógina de su rostro, sus labios carnosos, cabello sedoso, esbelta figura, estrecha cintura…las palabras del espíritu retumbaron en mi cabeza: “¿No preferirías hacerle otras cosas?”  ignorando mi consciencia empuje a Andrei a la cama nuevamente, debía hacerlo mío, algo en mi interior hervía por marcarlo.
Andrei me miró confuso, su cuerpo comenzó a temblar debajo del mío, eso encendió el interruptor haciendo mi excitación ir en aumento.
— ¿Es que eres un bruto? sigue herido por si no te habías percatado
La voz del fantasma distrajo mi atención y con ello la excitación, Andrei había dejado de temblar y su respiración se encontraba ahora pausada, miré su rostro, se había dormido. Me quité de encima de él.
— Has notado que no es un humano normal, ¿no es así?, ¿quisieras tenerlo?
Miré al fantasma, el cual miraba a Andrei con una sonrisa extraña, parecía que disfrutaba que el chico estuviese herido. Medité unos momentos la propuesta, no me vendría mal, el chico era guapo y su olor me recordaba a Lucyan, perfecto para satisfacer necesidades básicas.
— ¿Qué dices?, suenas como su dueño
El espíritu no me respondió, simplemente se limitó a desaparecer nuevamente, nunca he confiado en los contratos con muertos, pero al parecer aquel chico sí.
— pobre iluso
Dejé al chico seguir durmiendo, lo necesitaba con energía para lo que tenía planeado, no aceptaría tan rápidamente la oferta, tantearía el terreno antes.
Los días pasaron, Andrei me tomó confianza rápido, me seguía a todas partes como perrito faldero, irónico ya que yo era el canino de los dos. El espíritu por su parte aparecía y se esfumaba a su antojo.
— y bien, ¿Cuándo dejaras de aguantarte?
La pregunta me tomó por sorpresa, convenientemente en ese momento Andrei tomaba un baño por lo que someterlo en esos momentos sería pan comido.
— Se lo que estás pensado Demian, tranquilo, el chico sabe cómo complacer hombres.
Aquellas palabras fueron suficientes para hacerme mandar al carajo mi lado humano y darle rienda suelta a mi instinto, me dirigí de inmediato hacia el baño, abrí la puerta encontrándome a Andrei a punto de salir de la ducha.
— Demian… ¿sucede algo?
El me miró entre temeroso y emocionado, las gotas resbalaban por su esbelto cuerpo, al parecer sintió mi mirada recorrerle ya que cubrió su zona inferior y sus mejillas se tiñeron de rojo. Eso fue suficiente para tomarle del brazo y arrastrarlo hacia la cama.
— exquisito
Evité que replicara uniendo mis labios con los suyos, evitó que mi lengua penetrara en su boca apretando fuertemente los dientes, pero una de mis manos acarició su cadera haciéndolo gemir, aprovechando la oportunidad jugué con su lengua, mordí su labio inferior, un poco de sangre brotó haciéndome perder por completo la razón.
Esa tarde tomé al chico, más bien, lo violé; inconsciente de la preparación previa, lo penetré sin miramientos, el gritó y clavo sus uñas en mi espalda, las lágrimas afloraron en su rostro. No me importó, seguí con mis movimientos dejando que mi lobo tomase el control, mi cuerpo lo mantuve humano, la diversión se hubiese esfumado si mi cuerpo se transformaba en el del lobo.
Mordisquee sus pezones, llene su pecho de marcas, deje la huella de mis dientes en su cuello, lo domé y poseí como un loco. Cuando me di cuenta y mi frenesí desapareció era de madrugada, el chico se había desmayado hacia un rato, su abdomen estaba cubierto de su semen haciéndole ver endemoniadamente sexy. Saque mi pene de su entrada y lo acomodé nuevamente en mis pantalones, ni siquiera me tomé la molestia de desvestirme.
— Estupendo, dejaste que tu instinto saliera, aunque pobre de mí muchacho, lo has dejado herido de nuevo.
Los siguientes días me dediqué a cuidarlo, una fiebre le había invadido apenas recobró el conocimiento, me sentí culpable por lo que no volví a tocarlo, al menos no por el momento.
Algunos meses después, el dejo de temblar cada que me le acercaba, algo extraño ya que el fantasma me había comentado que poseía experiencia con chicos, era navidad cuando lo vi por última vez.
— Debajo del muérdago, bésame
Me ordenó con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos brillantes, no pude controlarme y lo poseí nuevamente, solo que esa vez fui delicado y me tomé tiempo para prepararlo, no quería volver a herirlo.
— Andrei…tengo algo que decirte
— ¿Qué es?
— he estado mucho tiempo solo, no había encontrado un hogar hasta que te conocí, mi instinto me indica que eres mi pareja.
Andrei me miró con la ceja levantada, abotonó su camisa y se acercó a mí con una sonrisa en los labios.
— fue divertido mientras duró, gracias por todo. Tu modo rudo de follarme fue estupendo.
Las palabras taladraron mi cabeza y pecho, sentí que algo en mi interior se hizo pedazos, un cristal cercano a mi corazón.
— Entonces me voy, quedé con un chico y voy tarde.
Entonces perdí el completo control de la razón, el lobo empujo a mi lado humano sometiéndole, mi cuerpo tomó forma de lobo y fue el final para Andrei; tomándolo por sorpresa le mordí el cuello, la sangre manó, sus ojos dejaron de brillar y su cuerpo se tornó laxo. Destacé su cuerpo, deglute  la carne que me supo deliciosa.
— Te traicionó, devora su corazón.

El espíritu en algún momento irrumpió en el departamento, me susurró a la oreja. Aullé y busque entre la sangre y restos de cuerpo el corazón, lo tomé en mi hocico y lo devoré, el espíritu soltó una carcajada mientras yo me deshice de lo último de Andrei.

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