24 jun 2013

Random del 24-06-13

Era sábado cuando lo conocí, no es que fuese un día especial, solamente que fue un día diferente, me quedé sola en casa, mis padres habían ido de visita a casa de mi hermana, no me gustaba salir así que me quedé en casa; Nos habíamos mudado hacía poco, una semana quizás, las cosas aún estaban en cajas, no todas, pero si la gran mayoría. De vivir en una colonia al poniente, ahora vivíamos en un fraccionamiento al norte, que gran diferencia, las casas en vez de verse como en los pueblos: albarradas de piedra, patios descuidados, gallinas en las entradas, niños descalzos. Se veían de alta sociedad: jardines limpios, arbustos perfectamente cortados, casas enormes con decoraciones en las puertas, incluso el olor había cambiado, antes un olor agrio se colaba por mi ventana, ahora un olor dulzón la inunda.
Ese día estaba sentada en el sofá de la sala, miraba un programa sobre asesinatos y asesinos seriales, una investigación acerca de la personalidad del asesino, estaban tan metida en la televisión que no me di cuenta cuando un carro aparco delante de mi casa hasta que escuché el timbre. Salté en el sofá y maldije en voz alta, luego me di cuenta que estaba exagerando y no tenía nada que temer, en el norte no habían asesinos ni nada por el estilo, eso solamente sucedía en Estados Unidos y estaba en México, así que no debía preocuparme, que equivocada.

Aún con el corazón palpitando velozmente por el susto, me dirigí a la puerta y abrí, ante mi apareció un joven muy apuesto, alto, delgado, de largas piernas, cabellera peinada hacia atrás de tono cobrizo y unos ojos azul tan claro que parecía gris. Me sonrió al notar como me le había quedado mirando, seguro estaba acostumbrado porque no sentí ninguna pena o vergüenza, al contrario, parecía gustarle que lo admirara.
̶  Eso fue irrespetuoso perdón ¿Quién eres y que quieres?  ̶ Pregunté ya luego darme cuenta que había pasado un tiempo considerable y que sentía que me apenaría en vez de él.
̶  Buenos días, me acabo de mudar enfrente soy Damián mucho gusto ¿tú eres?  ̶  Me Respondió mostrando una amplia y blanca sonrisa.
 quedé hipnotizada por él en ese momento, había visto cientos de hombres guapos, pero jamás como aquel joven, parecía sacado de una revista de Calvin Klein o algo parecido, sus brazos parecían haber soportado horas y horas de arduo trabajo de pesas, no era un hombre ponchado pero si muy bien marcado.
̶  Janet mucho gusto, y también nos acabamos de mudar, hace una semana para ser precisa  ̶  Respondí con trabajo, parecía que mi lengua no quería hacerme caso en esos momentos. Él tomó mi mano y la estrecho.
̶  Mucho gusto ¿vives sola?  ̶  Me preguntó sin soltar mi mano, yo enfoqué mi mirada en la mano de Damián, parecía que jamás hubiese trabajado para ser un hombre, se veía tersa, sentí la sensación de su palma, suave, entonces intuí que era un niño rico nato, negué con la cabeza a su pregunta.
̶  Vivo con mis padres, pero salieron  ̶ Respondí mirándole de nuevo, el pareció meditar algo, su mejilla se levantó al escuchar mi respuesta. Entonces me sentí extraña, como que una parte de mi sabía que no debí de dar tanta información a un desconocido, con esa sensación que comenzó en la boca del estómago aparté mi mano del agarre.

̶  Espero tengas una buena vida en esta calle, se ve tranquila, me tengo que ir. Ya nos veremos algún día  ̶  Le dije sonriente para luego cerrar la puerta en su cara, el mostró un rostro sorprendido para luego volver al taimado con el que me había saludado.  Me alejé de la puerta de inmediato luego de ponerle la alarma y volví a la sala, seguían pasando el programa sobre asesinos seriales, me di cuenta luego de unos minutos que no le había preguntado al vecino el motivo de haber tocado mi puerta estando su casa al frente. Algo incomoda y aún sobresaltada seguí viendo la televisión pero opté por cambiarle a un programa menos oscuro y siniestro, estaba a punto de cambiarle cuando un diálogo dicho por un testigo me hizo ponerme la piel de gallina. “Nunca lo hubiese esperado de él, era un buen hombre, guapo, casi perfecto”. Entonces decidí mejor apagar ignorando que posiblemente la sensación de la sonrisa del nuevo vecino había sido una advertencia de mi cerebro.

Pasaron varios meses y no volví a tenerlo en la puerta, les conté lo sucedido a mis padres y me prohibieron abrir de nuevo cuando ellos estuviesen ausentes y eso hacía a menos que invitara a alguien a casa, que no era seguido por la lejanía de mis amistades; un día invité a mi mejor amiga, Agatha, estábamos en la sala de juegos cuando de repente ella dejó de jugar y me dijo algo que me extrañó.
̶  El chavo de enfrente esta guapísimo y parece que le gustas ̶ Me dijo codeándome las costillas, luego de empujarla un poco por el dolor me quedé en silencio, estaba algo asustada ahora, el desconocido estaba interesado en mí, luego de mi primera advertencia decidí hacerle caso a mi sexto sentido y éste me decía que no me acercara de nuevo a ese hombre.
̶  ¿Ah sí? Que bien ¿y porque parece?  ̶  le pregunté a mi amiga mientras buscaba en que momento aquel chavo me había observado ese día. Entonces di con el momento. Cuando salí a recibir a Agatha, él estaba en su patio de enfrente sentado con un libro en mano pero no miraba el libro, me miraba a mí, pude sentir sus ojos escudriñándome, pero hice caso omiso, igual y estaba exagerando así que no le comenté nada en ese momento a mi amiga, pero parecía que ella igual había notado la mirada.
Después de esa segunda advertencia la cual no comenté a mis padres decidí no volver a invitar a nadie y mucho menos salir, bueno, solamente iba al colegio que era inevitable que él me viera. Pero parecía saber mis horarios de salida, siempre lo encontraba mirándome cuando salía temprano de casa y también cuando regresaba a casa, podía manejar así que ir a mi escuela era por mi cuenta mientras mis padres se iban a sus respectivos trabajos, un bufete de abogados mi padre y una tienda departamental mi madre, era la gerente.

Un día estuve necia de ir a una fiesta que Agatha me había invitado pero mis padres no querían que saliera tan noche así que no me dejaron ir, fingí que les hice caso pero cuando se durmieron con tarjetas de crédito en mano y mi celular me escapé de casa. Fatal error.
Damián me esperaba en su auto delante de mi casa, al verme sonrió y extendió su mano hacía mí.
̶  ¿quieres que te lleve? ̶  me preguntó tranquilo mientras se apoyaba en mi automóvil, el suyo estaba estacionado en su propia casa. Le miré molesta.
̶  Quítate de mi auto, no gracias, sé manejar ̶  dije caminando al asiento del conductor ignorándolo. Él suspiró, lo último que sentí fue un olor y lo vi a él levantando una ceja, después de eso caí en un sueño profundo.






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